martes, 11 de octubre de 2016

LA HORA DE LA VERDAD.



POR: RAUL PACHECO BLANCO.

 

Como en los toros cuando el torero entra a matar y se hace un silencio sepulcral que desemboca necesariamente en la apoteosis o en el bochorno, o cuando el futbolista se para frente al arco para cobrar un penalty se hace el mismo silencio reverencial, así nos encontramos los colombianos en esta hora cuando se va a definir el acuerdo con la guerrilla. ¿Cuáles son los puntos neurálgicos frente al acuerdo, los inamovibles en el voto por el no? Yo creo que son tres: 1) Penas efectivas contra los guerrilleros que están incursos en delitos de lesa humanidad, con privación efectiva de la libertad y no esa simple restricción que se inventaron las “raposas sutiles” que ingeniaron tal sistema. De lo contrario no valdría la pena la creación de la Corte Penal Internacional que se encarga de estos menesteres. Precisamente Colombia demoró su ingreso a dicha  jurisdicción para darle tiempo a la guerrilla para su desmovilización, por cuanto al ingresar de lleno, no cabrían las amnistías a que estábamos acostumbrados a conceder siempre que sellábamos un acuerdo parecido con los subversivos. Al aplicar una pena privativa de la libertad queda el antecedente penal y por lo tanto quien ha sido sancionado no puede aspirar a cargos de elección popular. Y pena privativa de la libertad para los falsos positivos.2) No vale la pena crear todo un aparato judicial  paralelo para terminar amnistiando a todo el mundo y Ñor Raimundo. Se trata de un engaño y un desplante torero a la justicia, pues unas sanciones de restricción de la libertad para sancionar delitos tan graves, no se justifica. Se trata de una aventura de marca mayor y es inconstitucional, porque equivaldría a crear un cuarto  poder dentro de la tridivisión actual, lo cual va contra la estructura de la constitución y según las tesis de la Corte Constitucional, ni un acto legislativo podría darle vida. 3) La responsabilidad civil de la guerrilla con los damnificados, pues hasta el momento no se ha hecho un inventario de sus bienes, ni una propuesta concreta de los guerrilleros. Se ha pasado de largo y no puede ser el estado el único responsable. Toda la plata que  tiene la guerrilla  es mal habida, fruto de la extorsión, del secuestro, del narcotráfico y demás, lo que implica una incautación de todos sus bienes, que ya se ha debido producir para sacar adelante una de las banderas del proceso que es la de reparación a las víctimas.

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