miércoles, 5 de octubre de 2016

LA GENERACIÓN DEL NUEVO MILENIO.



RAÚL PACHECO BLANCO.

 

Nuestra postmodernidad viene a coincidir con la irrupción de la generación del Nuevo Milenio, cuando en los años noventa se entraba en el debate de las candidaturas presidenciales. Los partidos políticos ya habían quemado sus respectivas influencias, tanto el liberalismo por el lado socialista y el conservatismo por los lados del fascismo. Es decir, los grandes metarrelatos entraban en declive, lo que significó  al mismo tiempo la decadencia de los partidos. Ya esta generación está  más despolitizada, no vive el sectarismo de las anteriores y se encuentra de pronto con dos grandes problemas en el orden interno: la guerrilla y el narcotráfico. De ahí que todos sus miembros, es decir, los presidentes Cesar Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Alvaro Uribe y Juan Manuel Santos, estarán dedicados a combatirlos, con diferente fortuna es cierto, pero con la decisión de hacerlo. Gaviria tiene que habérselas también con una época en que el neoliberalismo hacia carrera y la apertura de los mercados era la orden del día. De ahí que el modelo socialdemócrata que  se planteó en la constitución del 91 devino en  simple neoliberalismo. Gaviria abrió los mercados. Samper no pudo con el problema del narcotráfico y se enredó en él. Si Gaviria tuvo que aceptar la presión del narcotráfico al prohibir la extradición en la constitución, Samper fue considerado por los mismos narcotraficantes, como “su” presidente. Andrés Pastrana fue producto de la televisión y lo llevó al gobierno, pero sin la base de un partido conservador pudiente, pues ya para esa época no tenía el mismo musculo electoral que tuvo. Hizo un gran esfuerzo para acabar con la guerrilla pero le salió  el tiro por la culata. A tal punto, que esto vino a ser la base para que Alvaro Uribe llegara a la presidencia al proclamar una política de mano dura con la guerrilla. Mientras tanto, el otro gran problema, el narcotráfico, seguía creciendo en combinación de mercados con la guerrilla. Uribe se empleó  a fondo y fue el más exitoso de los presidentes en ese combate. Pero tampoco pudo. El a su vez, copa el espacio tradicional del conservatismo, corriéndose a la derecha y creando una fuerza electoral nueva. Y Juan Manuel Santos es el peso de  la tradición, que se convierte en un vehículo político de alto alcance, pues lleva adelante la política de sometimiento de la guerrilla, sin el mayor rubor jurídico y con una espantable desnudez realista. El realiza la faena que todos quisieron hacer pero no les cuajó. De ponto la guerrilla quería pactar con el que era: el personero de la oligarquía.

No hay comentarios: