viernes, 3 de junio de 2016

VISITA AL PAPA


 

POR: RAUL  PACHECO  BLANCO.

 

El Papa se moría de ganas de conocerlo. Había oído hablar tanto de él que lo movía la curiosidad de tenerlo cerca, apreciar su inteligencia despejada, tanta astucia represada en un cuerpo robusto y ágil al mismo tiempo, el encanto personal realzado por el sentido del humor. Se moría de las ganas de escuchar sus chascarrillos bogotanos, sus calemboures del tercer Milenio, de conocer las relaciones con sus hermanos a base de charadas en donde volaba la imaginación y el talento. Un talento reflejado en la capacidad para enfrentar momentos difíciles, como aquel de dejar entrar un elefante a su despacho presidencial sin que nadie se diera cuenta, ni él. El manejo de las personas al saber rodearse de lealtades tan bien estructuradas que se la jugaban por él a costa de sus propias carreras políticas. El pasar por el gobierno durante cuatro años sin construir un solo kilómetro de carreteras , el trabajo parlamentario reducido a un bloque de parlamentarios reunidos en comisión para tratar de enmendar el entuerto en que se había metido, por haber recibido de los narcotraficantes el dinero necesario para financiar la segunda vuelta presidencial. Todo esto haría del momento algo inolvidable, parecido al que él había conocido de cerca en su nativa argentina, pero de un gobierno más audaz que el de los Kirchner . Conocer de boca la forma en que logró detener en la fuente un proceso que no fue capaz de abortar la presidenta Dilma Rousseff en Brasil, quien disponía de un escudero tan prestigioso como Luis Ignacio Lula Da Silva, pero en todo caso inferior al suyo, de ampuloso verbo es cierto, más suficiente para detener las acometidas de los adversarios y capaz de tapar el sol con las manos. Ese día, el Papa, había mandado a hacer el mate más cargado que de costumbre para tener el placer de repetirlo en el Despacho, ya en presencia del invitado quien seguramente rehusaría el café colombiano preparado expresamente para él, para acompañarlo con el mate y repasar las grandes tardes de su adorado San Lorenzo de Almagro. Por todo esto, y por estar presidiendo uno de los organismos más importantes del globo, como Unasur, en donde ha demostrado con creces su lealtad con el Presidente Maduro, crecía la expectativa del Papa por conocer a semejante personaje. De ahí que se quedara mirando a su jefe de protocolo y con un nerviosismo que se le notaba en el rostro le dijo: lasciatemi passare., ché.

No hay comentarios: