jueves, 18 de junio de 2015

NUMERO CERO


POR:  RAUL  PACHECO  BLANCO.

 

Cuando comencé a leer la novela de Umberto Eco, el Número cero, me dio la impresión de una novela para  salir del paso, para quemar el tiempo mientras produjera  otra de más aliento. Por eso la leí  con descuido. Pero a medida que iba pasando las páginas quedaba  sorprendido con la  crítica al  periodismo y me fui dando cuenta que se trataba de una carga de profundidad  contra el oficio y sobre todo, contra los empresarios del periodismo .Y, entonces, retomé la novela de nuevo. La volví a leer. La historia ya la sabe todo el mundo : Escribir un libro sobre un periódico que  no va a salir a la luz pública, por lo menos se planea como si en realidad se publicaría. Y el promotor de la idea congrega a seis periodistas para darle las instrucciones. Unos harán investigaciones, otros el horóscopo, en fin, las diversas secciones del periódico. Y se le llama por eso el número cero, porque el periódico no va a circular. Y ahí es donde se desata toda la artillería contra el periodismo comercializado. Entre las pautas a seguir estaban el inventar los hechos, o deformarlos, o adelantarse con hipótesis sobre lo que ocurra u  ocurrirá.   “Las noticias no es necesario inventarlas, basta con reciclarlas”. Hasta la propaganda se puede inventar : no es más que copiar avisos de otros periódicos como si estuvieran pautados por la empresas. Y se escogieron líneas de investigación sobre la muerte de Mussolini, la de Juan Pablo I, y sobre documentos de la Cia, la prostitución. Y precisamente cando se adelantaba la investigación sobre ésta, cae abatido por las balas el personaje central. Esto es aprovechado por los editores del periódico, para suspender todos los contratos y en lugar de pagarles lo de un año, les pagan solo por dos meses. En fin, todo es rastrero. Y teniendo  en cuenta esto, se adelanta la hipótesis de salir del país y escoger otro sitio, por ejemplo centroamérica o suramérica, en donde todo se hace a la luz del día. Y dice “ Buscaremos un país donde no haya secretos. Entre Centroamérica y Suramérica  hay un montón. Nada está oculto : se sabe quién pertenece al cartel de la droga, quien dirige las bandas revolucionarias , te sientas en un restaurante , pasa un grupo de  amigos y te presentan uno como el jefe del contrabando de armas, bien puesto, afeitado y perfumado, con su camisa blanca almidonada que se lleva por fuera de los pantalones ( guayabera), con los camareros que les hacen reverencias, señor por aquí, señor por allá, y el comandante de la guardia  civil que va a rendirle pleitesía. Son países sin misterios, todo se hace a la luz del día, la policía pretende ser corrupta por reglamento, gobierno y crimen organizado coinciden por dictamen constitucional “

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