POR: RAUL PACHECO BLANCO.
No obstante una tradición de unidad desde que fue fundado en
1.849 por Jose Eusebio Caro y Mariano Ospina Rodriguez, el conservatismo ha tenido importantes
divisiones a través de toda su historia.
La más significativa de ellas en el siglo XIX fue la de históricos y nacionalistas.
Cuando don Miguel Antonio Caro comandaba
las huestes nacionalistas y se enfrentaba a los históricos en donde militaba el
sangileño Carlos Martinez Silva. Los nacionalistas eran más autoritarios,
religiosos, amigos del proteccionismo
aduanero, de un presidencialismo muy marcado, mientras los históricos eran más tolerantes, y
amigos del libre cambio, de un presidencialismo atenuado, como que tuvieron que aliarse con el
liberalismo para luchar contra los nacionalistas. Entre ellos se repartieron la
presidencia de la república conservadora
cuando llegaron a la presidencia Marco Fidel Suarez, José Vicente Concha, el
general Pedro Nel Ospina, y Abadía Méndez. Luego se inició otra época, con una nueva generación , la de
Laureano Gómez, quien fue histórico y se batió contra don Marco Fidel en sonoros debates en
el Congreso. Ya con esta nueva generación surgió la división entre ospinistas y laureanistas,
que se prolongó hasta el régimen de Rojas Pinilla. Luego surgieron a raíz del
plebiscito de 1.957 las divisiones entre leyvistas y alzatistas, y ya dentro
del Frente Nacional, el alvarismo y el Pastranismo. Como podemos verlo, todas estas divisiones se
produjeron dentro del partido conservador siguiendo a sus
propios jefes, no a jefes de otros partidos. En cambio ahora, el partido
conservador está dividido entre uribistas y santistas, sacando del juego toda
posibilidad de liderazgo de algún jefe del propio partido. El partido conservador
se convirtió en un partido de
desplazados que fueron a parar al vaivén de los gobiernos, de la elección de
presidentes liberales como Alvaro Uribe y Juan Manuel Santos. A su alrededor
han girado durante el octenio de Uribe y ahora bajo el ídem de Santos. No hay
un solo ismo dentro del conservatismo como en otros tiempos en que por lo menos
la diferencia de temperamentos o de principios llevaban a mover la
política y precisamente como oportunidad
de refrescar los liderazgos. Nada. Santismo y uribismo es la orden del día
dentro del partido conservador. Y se ha llegado a tal desfachatez que se predica el dogma de ser al mismo tiempo
gobierno y oposición. Unos disfrutan de puesto en el gobierno de Juan Manuel
Santos y otros se baten en la oposición aliados de Alvaro Uribe. Y todos tan campantes. Adiós
todo lo demás.
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