POR: RAUL
PACHECO BLANCO.
POR: RAUL
PACHECO BLANCO.
De acuerdo con un artículo de León Valencia publicado en
Semana, debe existir una comisión de la verdad para establecer las causas que motivaron el conflicto, en donde estén
involucrados todos los actores. Y señala
como causa eficiente el gobierno de Laureano Gómez cuando acorraló al liberalismo en tal forma, que no le quedó otra salida
que la defensa armada. Por eso se fueron al monte, para contrarrestar la acción
de las autoridades. Y fue precisamente Manuel Marulanda, Tirofijo, quién se dio
a la tarea de crear el grupo guerrillero para enfrentarse a la violencia conservadora
de Laureano Gómez. Con esto nos está
diciendo que la insurgencia de los grupos guerrilleros se originó por problemas
de orden público. Es decir, al no tener garantías, al no poder expresarse
libremente y al ser perseguidos por las autoridades no tenían otro remedio que irse
para el monte. Esto lo aceptan hasta los exégetas del catolicismo como Suárez y
Mariana, precisamente autores de cabecera del expresidente Laureano Gómez. ¿Entonces de dónde sale la tesis de que las guerrillas
fueron creadas para luchar por las desigualdades sociales? Se rompería ahí la unidad de materia en cuanto
a las causales para la insurgencia. Ya no sería por la falta de libertades sino
por cuestiones de bienestar que es otro cuento. Tanto, que los derechos se han
venido dando por ciclos, pues primero fueron los derechos de libertad e igualdad
para pasar luego a los económicos y sociales, junto con los del ambiente.
Tirofijo inició su insurgencia a la
lucha por la persecución desatada contra los liberales y luego apareció como líder social sin solución
de continuidad. La primera posición era legítima, pero la que luego tomó no lo
era, pues las condiciones se modificaron en la medida en que el gobierno conservador salió
del juego. Entonces ya esa motivación y esa legitimidad habían muerto. Se entraba en otra esfera. Ya los
derechos de bienestar no eran problemas de coyuntura sino estructurales, por lo
tanto, se debían espaciar las soluciones
en la medida en que el país avanzara y por medio de la prosperidad pudiera
enfrentar esos nuevos retos. Pasaron los años y la guerrilla se convirtió en una empresa y dejó de lado sus aspiraciones de
bienestar para el pueblo. Nunca logró probar una legitimidad y antes por el
contrario la sociedad entró a rechazarla.
Se presenta el caso muy particular de estar usurpando un poder popular que
nunca ha tenido, de un respaldo que no aparece por parte alguna.
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