POR: RAUL
PACHECO BLANCO.
Sabas Pretelt de la
Vega nunca se imaginó cuando ocupaba el
cargo de presidente de Fenalco, que con el
transcurso del tiempo iría a parar en la
cárcel. La tentación de la política le venía de sangre al pertenecer a una familia
como los de la Vega, José y Fernando, el primero compañero de Laureano Gómez en
la fundación de El Siglo y el segundo un historiador que por cierto vivió en Bucaramanga, en donde construyó su casa y
se dedicó leer y escribir mientras
tomaba onces en la tienda de don Salvador Rodríguez, cerca al colegio San Pedro Claver. Pero lo que se hereda no se
hurta y es así como la tentación de la
política lo lleva a aceptarle a Alvaro Uribe el ministerio de gobierno y abandonar
la empresa privada en donde ya tenía ganado su nicho. Entró al mundo de la política y le enseñaron la vieja costumbre de comprar parlamentarios a
bajo costo. En esas redes cayó redonda Yidys Medina, una jefa popular de Barrancabermeja,
quien hacia sus primeros pinitos en el Congreso, cuando el expresidente Uribe
necesitaba de su voto para la reelección. Y Sabas Pretelt y Diego Palacio, creyendo que apenas echaban mano de costumbres inveteradas le ofrecieron a Yidys unos cuantos puestos a cambio de su
voto. Esto hubiera pasado inadvertido en
otras épocas, pues los funcionarios de turno lo practicaban desde hacía rato y
no pasaba nada. Pero tanto va el cántaro al agua que al fin se rompe. Y la
justicia se encargó de investigar algo que antes no se investigaba y ahí
cayeron todos en la trampa. Tanto los
exministros como los parlamentarios. Yidis fue castigada con mayor celeridad,
mientras que los exministros tardaron en que cuajara la sentencia contra ellos. El cohecho
no se perfecciona sino con el concurso de dos partes y solo una estaba condenada.
De lo contrario no existiría justicia. Y se hizo justicia. Solo que cayó en
cabeza de dos personas de excelente trayectoria como Sabas Pretelt y Diego Palacio, quienes exhibían una
inmaculada hoja de vida. Pero las prácticas políticas se los llevaron por
delante y tuvieron que hacer una tarea sucia que les vino a costar muy caro.
Todo por agradar al poder instalado y
para tomar como bandera una causa, en este caso, la reelección del presidente
Alvaro Uribe, como imprescindible. Mala pasada le jugó la fortuna a dos personas de bien que en mala
hora cayeron en la tentación de complacer al poder.
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