POR: RAUL PACHECO BLANCO.
El señor rector de la Universidad Industrial de Santander
pecó no por exceso en la inversión del automóvil Audi, pues se trataba de un
buen auto que le iría a dar mucho prestigio y caché al alma mater. Pecó por la
clase de carro pues bien sabido es que el Audi atrae la piedra, lo hace muy
vulnerable y pone en peligro tanto la
vida como la salud del señor rector, además de perder la inversión. Tal vez el señor rector
se sintió presidiendo la universidad de Oxford o de Harvard, en donde los
rectores pueden darse el lujo de llegar
en Audi a su despacho, sin que les pase
nada. Pero ya tratándose de la Uis la cosa empieza a cambiar. En cambio, si el
rector se va por un auto blindado en donde la piedra no hace mella, con vidrios
polarizados y toda clase de seguridades la cosa hubiera sido distinta. Es mucha la tentación de un muchacho
de ver un auto tan bonito como el Audi
rodando por las calles, o junto a la entrada de la universidad o en sus jardines,
como para no sentir ganas de estirar el brazo. Cuando uno está muchacho,
siempre lleva cauchera, bien sea para matar pájaros o para romper uno que otro vidrio de un vecino
que no quiere que juguemos futbol frente a su casa. Entonces la tentación es mucha.
Ahí fue donde entró a equivocarse el señor rector. Como también hubiera sido un error si hubiera comprado un carro descapotado,
deportivo, que luce muy bien y las mujeres se derriten porque se les dé una vuelta en semejante modelo. Hubiera sido
una temeridad. Porque también se había podido escoger un modelo tipo
radiopatrulla que está muy bien acondicionado para el trabajo fuerte, pesado.
Hay modelos bien balanceados, de
tecnología de punta que cumplen muy bien el cometido para el cual fueron
hechos. Claro está que da cierto pudor andar por ahí en radiopatrulla y más cuando se trata del rector de una Universidad. Eso es cierto. Pero
ante todo la seguridad. Generalmente a un radiopatrulla se le teme, el muchacho
lo piensa dos veces antes de tirar la piedra pues sabe que no le irá a ir bien
del todo. Se necesita en todo caso mucha sabiduría para tomar una decisión
adecuada en un momento de estos, cuando está de por medio la opinión pública, que
suele ser muy despiadada. Triste en todo caso devolverlo a la agencia.
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