sábado, 5 de septiembre de 2009

LAS DEMOCRACIAS ANTI-LIBERALES.

Por . RAUL PACHECO BLANCO:

En Latinoamérica hemos padecido dictaduras, caudillismos y cuanto cesarismo exista en el planeta. Pero también se ha hecho un esfuerzo desde los comienzos de las repúblicas para imponer y asentar una democracia. Por la mitad del siglo pasado estábamos viviendo una época que parecía ser la decantación de todo un proceso, con gobiernos elegidos democráticamente, con la debida separación de los poderes, con libertad de opinión y de prensa y algo de apego al legalismo. Es decir, se cumplían las exigencias de una democracia. Pero vino la crisis de los partidos , que fue aprovechada por los caudillos militares de un extremo a otro del continente, uniformándose esto de charreteras, de condecoraciones y de tanto abalorio militar.
Desde Chapitas Trujillo en la republica dominicana, hasta Perón en la Argentina, Odría en el Perú, Rojas Pinilla en Colombia, Pérez Jiménez en Venezuela. Somoza en Nicaragua. De esa etapa salimos y se entraba en nuevos escenarios, pero desgraciadamente en los años 90 , ante la nueva crisis de los partidos y el desprestigio de los políticos, se inauguró un estilo que difiere un tanto del tradicional: ya no se trata de dictadores que se perpetúan en el poder por la fuerza de las armas, sin convocar a elecciones, sino precisamente son producto de la misma democracia que ante la falta de salidas, vuelven la cara hacia un Mesías. Esos nuevos caudillos aunque son demócratas, pues realizan elecciones, permiten partidos políticos, libertad de opinión y de prensa limitadas, sin embargo, son anti-liberales. Tienen un rechazo visceral a la separación de los poderes y de ahí que tratan de involucrar en su mismo juego político y seducción, tanto a los legisladores, como a los jueces. Así, que una vez en el poder, vienen toda clase de jugadas y movimientos, para ganarse la voluntad del Congreso y empiezan las dádivas, en dinero, en especie, en cuanta forma exista y enajenan la voluntad de los legisladores. Y luego siguen con el judicial, para que sus jueces y magistrados, solo sean un apéndice del poder central. Además, en cierto modo toleran las libertades en la medida en que no incomoden el papel del estado y hasta cierto punto no llegan a los extremos de los dictadores del siglo XX, de cuño militar. Pero hasta ahí llega la democracia, porque ya la separación de los poderes no tiene nada que ver con ellos, pues obedecen a una fuerza centrifuga que dispersa la acción del estado, cuando ellos lo que quieren es una fuerza centrípeta, que conduzca el proceso, bajo un comando unificado y no disperso, como lo soñó Montequieu. Por eso podemos clasificar como demócratas pero antiliberales, a presidentes tan disímiles como Hugo Chávez, Alvaro Uribe, Rafael Correa, Evo Morales, y el sargento Nicaragüense. A su vez, ellos marcan la diferencia con Chapitas Trujillo y los Somoza, en que por lo menos hacen elecciones, toleran la prensa, respetan los derechos , pero eso si, no comulgan con la separación de los poderes.

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