POR: RAUL PACHECO BLANCO
Alexandre Bonpland se encontraba en diciembre de 1821 en la misma situación de Ingrid Betancourt : privado de la libertad. Solo que Ingrid en tierra propia y Bonpland en tierra ajena, en el Paraguay. Bonpland había caído en las garras de José Gaspar Rodríguez de Francia, el célebre doctor Francia que cerró las fronteras de su país para que allí no entrara el pecado, como lo hacían antiguamente las viudas quienes se echaban de por vida un crespon negro encima y no volvían a salir a la calle hasta que las desnudaba la muerte. Y las circunstancias que han rodeado estos hechos tienen sus similitudes, pues en el caso de Bonpland quien abogaba por su libertad era nada menos que Simón Bolivar, mientras que en el caso de Ingrid, Nicolás Sarkosy el Presidente de Francia, es quien jalona toda una campaña a nivel mundial por la liberación de Ingrid. En un estupendo ensayo de Gustavo Vargas Martinez, (Humbolt en America, el caimán alado, México, 2001), trae precisamente las cartas que Bolívar escribió a favor de la libertad de Bonpland , compañero de Alejandro de Humbolt, en su aventura científica en América y cayó en poder del doctor Francia, quien lo consideró un espía de la Argentina para arrebatarle al Paraguay el monopolio del cultivo y exportación de la yerba mate. Para que nos demos cuenta de quien era el doctor Francia veamos los cuatro artículos con los que ahora sueña el coronel Hugo Chávez en Venezuela, con su asamblea constituyente. “Primero: en atención a la plena confianza que justamente ha merecido del pueblo el ciudadano José Gaspar de Francia, se le declara y establece Dictador Perpetuo de la República, durante su vida, con carácter de ser sin ejemplar.
Segundo: Tendrá el sueldo de siete mil pesos anuales, en atención de que en el acto no ha aceptado el Dictador el sueldo de doce mil pesos por año que ha acordado el congreso. Tercero: Congreso General tendrá la República, cada vez y cuando el Dictador lo haya por necesario. Cuarto: Se ordena a nuestro Gobierno requiera de este Soberano Congreso al Ilustrísimo obispo de esta República, dirija órdenes a los prelados seculares de esta capital... para que en las mismas... en lugar de regem, etc, se establezca y nombre lo siguiente: et Dictaturem nostrum populo sibi comiso et exercito son, etc”
Y Bolívar en su carta le dice: “...Seria capaz de marchar hasta el Paraguay sólo por libertar al mejor de los hombres y al más célebre de los viajeros”. En forma parecida en que ahora Sarkozy lo hace ante una persona más cerrada todavía que el doctor Francia, como lo es Tirofijo. Y el doctor Francia le contestó como podría contestar, ya adaptado al caso, Tirofijo: “Los portugueses, porteños, ingleses, chinos, brasileros y peruanos, han manifestado iguales deseos a los de Colombia... pero esto solo ocurrirá cuando “se restituya al Nuevo Mundo la tranquilidad que disfrutaba antes de que en el aparecieran apóstoles revolucionarios, cubriendo con el ramo de oliva el pérfido puñal para regar con sangre la libertad que los ambiciosos pregonan”
viernes, 12 de octubre de 2007
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