jueves, 25 de octubre de 2018

LA VUELTA AL PASADO


POR: RAUL PACHECO BLANCO

 
Es tal la desorientación que sufren los partidos políticos en Colombia, que tienen  que acudir a cualquier clase de expediente para tratar de retomar el camino, para abrir una posibilidad hacia adelante ya que todo se halla entre brumas, sin que se logre acertar, porque el momento que vivimos es de transición, de paso de una época a otra, en al plano más revolucionario posible como es el cambio tecnológico.

Mientras tanto los partidos no piensan en una ideología porque todas están muertas: la comunista, la socialista, la fascista, todo aquello que antes significaba una lucha ideológica, ahora ya no tiene significación válida. En ese estado se encuentran los hermanos Galán, quienes se salieron del liberalismo ya que no se encontraban en él, no se hallaban cómodos para este nuevo periodo de la historia. Y lo mismo habían hecho los samperistas, quienes para eludir la férula de César Gaviria se salieron también del partido y optaban por hallar otra salida, quizá volver al pasado, pero con el pasado tampoco podían contar porque se encontraban con el proceso 8.000 y hasta ahí llegaba la cosa.  

Y siguen pues en la perplejidad, sin saber qué hacer, estudiando posibilidades, por ejemplo de un liderazgo nuevo como el de Cristo, que por lo menos tiene nombre y muchos símbolos. O insistir en Samper, tan desprestigiado como Unasur.

Esta solución, la salida del partido liberal ya la había tomado Vargas Lleras, quien fundó Cambio Radical precisamente porque el liberalismo ya no lo decía nada ni a él, ni al país. Y fracasó en su empeño de llegar a la presidencia, pero se está reinventando y buscando otra salida, presentando todos sus proyectos para su eventual presidencia para convertirlos en leyes y ahí ir sembrando semillas que algún día germinarán.  

Pero en el caso del Nuevo Liberalismo se trata de hacer algo imposible como es resucitar a Luis Carlos Galán ante la falta de símbolos nuevos. Eso ya no cuaja. Porque todo obedece simplemente al periodo de transición que vivimos y que en medio de semejante atortole, se mira de pronto al pasado, para llegar a la conclusión de que la cosa no es por ahí.

Los partidos tienen que construir nuevas utopías, fabricar discursos a tono con la nueva época, enfrentar una nueva especie, la conquista del espacio, el desarrollo de la informática y la biotecnología.

 Esa idea tan rentable para el liberalismo que consistió en presentar como algoritmo del país la división de dos países, uno progresista, el liberal y otro retrógado, el conservador, se acabó, ya rindió todos sus frutos.

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