viernes, 19 de octubre de 2018

ENTRE LA GLOBALIZACION Y LA TENDENCIA


POR: RAUL PACHECO BLANCO

 

El análisis político se ha dejado dominar por dos referentes que parecen permear cualquier comentario de nuestros periodistas y escritores: la globalización y la tendencia. Fueran de ellos no hay salvación. Así se viene interpretando la última historia con la elección de Trump en los Estados Unidos y el Brexit de los británicos como la irrupción de le extrema derecha en la política mundial, como consecuencia, a media distancia, de la desaparición del comunismo y, en última instancia, del empoderamiento del liberalismo y caída por efecto del neoliberalismo.  Se toma pues, como apoyo el resurgimiento del fascismo, que en el fondo es la política del nacionalismo que produjo la segunda guerra mundial y que vino a convertir el mundo en un apetitoso pastel para la bomba atómica. Y a renglón seguido se marca con el sello de la tendencia para hacernos creer que esto estaba pautado previamente por la historia y no había salida posible fuera de ella. Es el efecto de la tendencia y fuera de ella no hay salvación.

Pero va uno a analizar cada caso y le encuentra la explicación sin meterse en honduras, con la sola observación de la realidad, de la modesta realidad de todos los días.

Entonces, cuando se le da el significado de irrupción del fascismo en cabeza de Trump, quien desde luego se tragó una versión de los libros películas y noticiarios sobre el Duce, para tratar de imitarlo hasta en los gestos más mínimos. Esa brusca caída de las cejas, esa apretada del mentón como símbolo de fortaleza, esa mirada agresiva que tanto molestaba a los aliados en la segunda guerra mundial, se la aprendió de memoria ante el espejo el señor Trump, mientras a su lado cuidaba  su belleza su esposa Melania, que es la antítesis bella del monstruo o aprendiz de monstruo. Sin tener en cuenta que la candidatura de la señora Clynton era vista como el símbolo de la politiquería, de la corrupción y luego el desgaste de dos periodos demócratas en cabeza de Obama.

Y en Inglaterra se hace lo mismo en materia de interpretación para hacer ver que el mundo está en una etapa de regresión, mirando en el pasado alguna orientación que lo alivie. Allí el análisis novísimo, globalizador y de tendencia, el brexit no se produjo por causas locales, sino globales, cuando en esto hay mucho del alma inglesa, con su insularidad geográfica que ha perfilado su política internacional y que lo hace creer más en un  destino nacional que en uno globalizado. Hasta Arari nos solucionó el problema que nos planteó hace rato Hungtinton con el choque de las civilizaciones, al señalar en su último libro 21 lecciones para el siglo XXI, sentando la tesis de que ya no hay una pluralidad de civilizaciones, sino solo una, como efecto de la globalización. Y cita como ejemplo las agresiones violentas del estado islámico a predios occidentales, en donde no se deja títere con cabeza y todo cae bajo la destrucción, a excepción de los dólares que si son rescatados y mantienen su precio en el mercado.

De la misma manera se trata también el caso de Bolsonaro en Brasil, sin  tener en cuenta las causa locales de la política cuando la era de Lula llegó a su ultima instancia envuelto en nubes de corrupción y por lo tanto ganándose el rechazo del pueblo brasileño raso. Y como si fuera poco, la puñalada que le propinaron al candidato, lo magnificaron ante la opinión y lo victimizaron.

Ahora hay que tener en cuenta que en Francia fue elegido Macron, un  político de centro, cuando se insinuaba el triunfo de la extrema derecha de la Le Pen. Y lo mismo sucedió en Colombia, con un candidato de centro como Ivan Duque, que si bien fue el candidato de Uribe fue elegido con los votos de una mayoría de centro.

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