viernes, 13 de abril de 2018

LA UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA

POR: RAUL PACHECO BLANCO

 Da la impresión que el ex Fiscal  Montealegre no haya pasado por el Externado de Colombia, a juzgar por los últimos sucesos que tienen que ver con la elección de nuevo rector, en cabeza del doctor Henao.

Y quien haya estado y estudiado en esa Universidad, se da cuenta de “estar” en una  monarquía muy bien plantada, ejercida por la  familia Hinestrosa. Y que al frente de tal obra se hallaba en primer lugar Ricardo Hinestrosa, un ilustre jurista liberal, que había llegado allí para continuar la obra de los fundadores. Y luego como heredero de la misión, Fernando, su hijo, quien la hizo grande, visible, importante.

 Y todo dentro de un  estilo mesurado, de una honestidad a toda prueba, en donde nadie se sintió perseguido, ni los rectores andaban detrás de las alumnas para mejorarles las notas, ni viajes planificados al exterior con motivos que no tuvieran que ver con la universidad, ni se subían los sueldos por encima de lo justo, ni echaban mano de los fondos de la Universidad.

 Allí pues, hay una línea dinástica de muy buena hondura, que trató de combatir el doctor Montealegre con un estilo demasiado jacobino. Ya se había establecido una tradición que mostraba su estilo y se posicionaba. No había para qué interrumpir en forma por demás abrupta este trabajo de muchas generaciones que fue acumulando su prestigio.

Fernando Hinestrosa la llevó a una nueva sede, con todas las comodidades de la educación moderna, se rodeó de un cuerpo de profesores de primer orden, formó juristas, no abogados.

El doctor Montealegre ha dado la impresión de un Robespierre fuera de época, tratando de guillotinar una tradición de siglos.

Allí en el Externado siempre ha imperado el orden, la moral, la jerarquía, la decencia, la honestidad. Es un  auténtico centro de estudios donde sus alumnos van a aprender, no a pasar el tiempo armando motines, ni echando piedra, ni faltándole al respeto a los profesores, ni introduciendo ideas malsanas, simplemente estudiando, como en la Edad Media cuando se fundaron las universidades.

 Ahora, que el doctor Henao haya dado malos pasos en la constitución de un orden para reinsertar a la guerrilla, acompañado del abogado español Santiago, no desdice de la seriedad con que es tratado el derecho, quizá con cierta tolerancia que muchos no entiendemos o quizá con la ingenuidad de un paisa de arriería pero con ideas bien puestas, organizadas, propias para enderezar situaciones que vienen de tiempos muy  antiguos.

Dejemos que ese espacio para la ciencia y la inteligencia siga dentro de ese orden monárquico que le imprimieron los segundos fundadores de la Universidad.

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