jueves, 12 de febrero de 2015

DEL FUTBOL A LA CARRETA


 
POR: RAUL  PACHECO BLANCO.

 
Los jugadores argentinos llegados  en la década de los años cincuenta del siglo pasado se convirtieron en auténticos misioneros del fútbol, pues aquí se jugaba un futbol  estilo Pamplona, con pelotazos al aire, como si se tratara de  una cometa o un volador y sin que tuviera la  finalidad específica de meter  gol. Uno de esos misioneros  fue Juan Pablo Janiot, un mediocampista de contextura fuerte, que se encargaba de parar las ofensivas del equipo contrario o alimentar luego a los delanteros, que eran cinco. Con Peluffo, Bernasconi, De Ambrosio, Di Marco,  Montanini, Sgrimaglia y el uruguayo Abraham González fue le época dorada del Atlético Bucaramanga. En esa época el estadio se llenaba de bote en bote, el entusiasmo prendía en las tribunas. Cosmopolita vendía sus turrones mientras en las emisoras Juan Manuel González y Churio narraban los partidos con un dramatismo especial. Cuando el equipo viajaba a otras ciudades el desplazamiento era masivo, no obstante las tardes malas como en Bogotá cuando Santafé  nos encajó  cinco tantos, luego de que Montanini  había amenazado en la víspera que sus guayos estaban  lo suficientemente cargados de goles. Ese día en Bogotá, mi cuñado Oscar se insoló comprándonos las boletas y nos tocó en una lateral baja con los hinchas del Santafé, que boleaban hueso de pollo y de fritanga en  la medida en que entraban los goles a la portería del Bucaramanga. Pero en todo caso el entusiasmo no faltaba. Montanini  era la bordadora, por el endiablado dribling que tenía como si tuviera una cintura de bailarín. El estar en el área del medio campo Juan Pablo Janiot el equipo se sentía tranquilo, pues era un verdadero portón por donde no entraban ni las tempestades. Cuando dejó  el fútbol se dedicó  con el mismo entusiasmo a su restaurante La Carreta, que marcó  un hito en la gastronomía de la ciudad, porque la gente empezó a acostumbrarse a comer churrasco en lugar de carne oreada, lo mismo que el babe beef en lugar del cabrito y el chimichurri en lugar del ají. Janiot era experto en seleccionar las carnes para poder preparar esas verdaderas joyas de la parrilla, que combinaba con unas lonjas de yuca crocante, envuelto todo aquello en los cuarenta  grados del alcohol que tenía en esa época el aguardiente de la Licorera de Santander. Y además de esto, el  trio Zafiros del maestro Pedro Silva, no se cansaba de cantar Pueblito Viejo, Señora Bucaramanga o si pasas por San Gil.

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