miércoles, 15 de octubre de 2014

EL GENERAL URIBE URIBE Y LA BATALLA DE PERALONSO


POR:  RAUL  PACHECO  BLANCO.

 

El general Uribe tuvo dos grandes facetas: la militar y la  política. Como militar fue un desastre y como político e ideólogo, brillante.  En las guerras en que intervino, las perdió casi todas. Quizá la más célebre fue la de Bucaramanga, en donde quedó a las puertas del fracaso total. Por eso en la siguiente batalla tomó todas las precauciones del caso para tratar de enmendar la plana y pasar a la historia ya en una forma más presentable. En la política llegó a ser el único senador liberal en el Congreso que mantenía el fuego de las ideas liberales, dentro de un oscuro panorama conservador. Y ya en el reposo de su vida intelectual, abrió un camino para el liberalismo que resultó exitoso : el  de abrevar en las canteras del socialismo. Y efectivamente eso fue lo que hicieron López Pumarejo y  Darío Echandía en la reforma de 1.936 y luego Jorge Eliécer Gaitán, porque hasta ahí alcanzó la munición ideológica.  En la batalla de Peralonso no tenía pierde, pues todo había sido previamente acordado con Pepe Santos, el ministro de la guerra de la época, para que tan pronto se diera la orden, el ejército conservador se replegara  y abandonara el paso por el puente del Rio Peralonso, que estaba minado de guardias conservadores que no permitían el paso de las tropas liberales. Cualquier intento de penetrar por ahí, era hombre muerto. Y la orden de Pepe Santos llegó y el general Vicente Villamizar, dio la orden de retirada cuando el ejército conservador ya ganaba la batalla, ante el asombro del general González Valencia. Por eso el general Uribe Uribe tuvo todo el tiempo del mundo para chicanear ante sus tropas y dárselas ante el general Herrera, de que iba a pasar el puente. Y prometió  el ascenso de cuanta gente lo acompañara en la aventura. Al principio nadie se le medía, pero luego fueron cayendo con el halago. El primero fue un  cabo  que de inmediato fue ascendido capitán y se completó luego una nómina de diez guerreros. Luego de la escogencia de sus compañeros, se empiyamó y se  dedicó a hacer una siesta hasta la hora del combate. Llegada la hora, avanzó con su escasa  tropa ante las aspilleras conservadoras que eran puras bocas de fuego. Pero ya no había nadie y superaron el puente sin que hubieran recibido una sola herida, a tal punto, que el general Uribe Uribe, por mera decencia tuvo que hacerse una pequeña herida para que la cosa no quedara tan impresentable. Cuando llegaron a la otra orilla, no encontraron  a nadie, pues el ejército se había desplegado a la  orden  del general pamplonés Vicente Villamizar. Y para continuar guardando las apariencias, el general se fue hasta donde el médico para que le curara la herida, lo cual fue para peor, porque el médico lo que hizo fue constatar que evidentemente el general no había recibido herida alguna en combate, sino un simple rasguño producido por  el mismo propietario de la tetilla izquierda.

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