POR: RAUL PACHECO BLANCO.
El general Uribe tuvo dos grandes facetas: la militar y
la política. Como militar fue un desastre
y como político e ideólogo, brillante.
En las guerras en que intervino, las perdió casi todas. Quizá la más célebre
fue la de Bucaramanga, en donde quedó a las puertas del fracaso total. Por eso
en la siguiente batalla tomó todas las precauciones del caso para tratar de
enmendar la plana y pasar a la historia ya en una forma más presentable. En la
política llegó a ser el único senador liberal en el Congreso que mantenía el
fuego de las ideas liberales, dentro de un oscuro panorama conservador. Y ya en
el reposo de su vida intelectual, abrió un camino para el liberalismo que resultó
exitoso : el de abrevar en las canteras
del socialismo. Y efectivamente eso fue lo que hicieron López Pumarejo y Darío Echandía en la reforma de 1.936 y luego
Jorge Eliécer Gaitán, porque hasta ahí alcanzó la munición ideológica. En la batalla de Peralonso no tenía pierde, pues
todo había sido previamente acordado con Pepe Santos, el ministro de la guerra
de la época, para que tan pronto se diera la orden, el ejército conservador se
replegara y abandonara el paso por el puente
del Rio Peralonso, que estaba minado de guardias conservadores que no permitían
el paso de las tropas liberales. Cualquier intento de penetrar por ahí, era hombre
muerto. Y la orden de Pepe Santos llegó y el general Vicente Villamizar, dio la
orden de retirada cuando el ejército conservador ya ganaba la batalla, ante el
asombro del general González Valencia. Por eso el general Uribe Uribe tuvo todo
el tiempo del mundo para chicanear ante sus tropas y dárselas ante el general
Herrera, de que iba a pasar el puente. Y prometió el ascenso de cuanta gente lo acompañara en la
aventura. Al principio nadie se le medía, pero luego fueron cayendo con el
halago. El primero fue un cabo que de inmediato fue ascendido capitán y se
completó luego una nómina de diez guerreros. Luego de la escogencia de sus
compañeros, se empiyamó y se dedicó a
hacer una siesta hasta la hora del combate. Llegada la hora, avanzó con su escasa
tropa ante las aspilleras conservadoras
que eran puras bocas de fuego. Pero ya no había nadie y superaron el puente sin
que hubieran recibido una sola herida, a tal punto, que el general Uribe Uribe,
por mera decencia tuvo que hacerse una pequeña herida para que la cosa no quedara
tan impresentable. Cuando llegaron a la otra orilla, no encontraron a nadie, pues el ejército se había desplegado
a la orden del general pamplonés Vicente Villamizar. Y
para continuar guardando las apariencias, el general se fue hasta donde el médico
para que le curara la herida, lo cual fue para peor, porque el médico lo que
hizo fue constatar que evidentemente el general no había recibido herida alguna
en combate, sino un simple rasguño producido por el mismo propietario de la tetilla izquierda.
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