viernes, 3 de octubre de 2014

EL CASO DE LA ONCÓLOGA PAYANESA


POR: RAUL  PACHECO  BLANCO.

 

Se trata de un hecho verdaderamente lamentable: que una  mujer prestigiosa, dedicada a la medicina en los Estados Unidos, con mucho éxito y aprecio general, termine condenada por tratar de asesinar a su amante, un  médico. norteamericano. Esto desde luego es un tragedia para cualquier familia y por lo tanto se debiera respetar esa intimidad y tratar de doblar esa doliente página. Pero los medios de comunicación han tomado el caso como si se tratara de una guerra internacional en que van a fusilar a una compatriota por hechos todavía no bien establecidos. Se da por sentado que se trata de una persecución por lo que es latina, cuando ella es ciudadana norteamericana, se ataca a la justicia  por haber producido una condena contra una persona tan eminente como ella,  que había prestado grandes servicios  a las dos naciones. Y se quiere minimizar la gravedad del hecho, cuando  se aplicó  el debido proceso y se llegó a una condena. Más cuando se trata precisamente de una persona con la cultura suficiente para medir su conducta, para tomar decisiones y planear con toda la capacidad científica de un experto el envenenamiento de su amante. Hoy está de moda no aceptar culpabilidad de ninguna clase en cuanto proceso se inicie o se termine. Nadie siquiera se sonroja por actos indebidos. Todo lo contrario, se tienen como hechos comunes y corrientes, que no vulneran ni la moralidad ni  la decencia públicas. Antes se les debe pedir perdón por los hechos cometidos. Los periodistas  han colocado a la oncóloga en calidad de víctima, cuando no lo es. La víctima es el médico que sufrió  los efectos del veneno y terminó  con  órganos atrofiados y su expectativa de vida se disminuyó. ¿ Por qué ese afán de voltear las cosas? Antes por el contrario, la familia debiera estar apenada con la sociedad colombiana por semejante hecho  que hace quedar muy mal a  la clase dirigente colombiana. Y debiera excusar la conducta de la oncóloga buscando explicaciones en la fragilidad humana, en momentos difíciles en que el hombre se sale de sí mismo y cae en un caos indescifrable. Los medios de comunicación le están  prestando pues, un flaco servicio a la sociedad colombiana, porque en lugar de tratar de poner al país contra la justicia norteamericana, debieran más bien callar, dejar que la familia viva su tragedia, respetándola y, no dándole pábulo a un chauvinismo de muy mala índole, tratando de justificar lo injustificable.

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