POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
Quizá la sorpresa más grade en la confección del gabinete sea
la salida de Alfonso Gómez Méndez del ministerio de Justica. Tal nombramiento,
cuando se produjo, se hizo énfasis en el talante de jurista de Gómez Méndez,
experto en derecho penal y que sería la conciencia jurídica del régimen para
todo lo relacionado con la paz. Además, al Presidente se le fueron las luces
cuando dijo que había llevado a la cartera de Justicia a un afrodescendiente,
refiriéndose a él, cuando nunca él se la había jugado por esa etnia, ni nunca hizo alarde de esa condición. Luego
fue una escachada del Presidente, que quien sabe si le habría gustado al ministro.
Pero de otra parte, se trataba de una
figura relevante del partido liberal, con rango de precandidato presidencial y
muy de la cuerda del samperismo y del serpismo. Entraba pues, por la puerta
grande, para jugarse el pellejo en su ascendente carrera política. Además es un hombre de evidente carisma, con
una carcajada que es como un acordeón vallenato, que le disputa con creces esa virtud
a Otto Morales Benítez, cuya carcajada se escucha desde La Guajira hasta el
Amazonas. Era el hombre de mostrar y quizá se quería redondear una candidatura
presidencial. Pero algo sucedió, pues pasaron los días y vino el enfrentamiento
con el Fiscal, quien de frente lo vetó como constructor de un nuevo orden para la paz, por sus ideas retardatarias en materia de derecho penal. Y contra todo pronóstico,
el ministro no le reviró al Fiscal sino que se calló y, lo peor, cayó en cama
al poco tiempo, como si hubiera sido víctima
de un nocaut. Cuando la revista Semana hizo sus elucubraciones sobre el papel
que estaba desempeñando el Fiscal y su natural desbordamiento de poder, se
pensó que se estaba exagerando , pues de allí saldría nada más y nada menos que
el veto al ministro de Justicia por parte del Fiscal. Esto no podía ser. Pero
los días pasaron, el ministerio se fue dando a cuenta gotas y al llegar al 7 de
agosto, se notó el vacío del tradicional
decreto de nombramiento de ministros. Se aplazó. Y cuando ya se confirmó el nuevo gabinete, no estaba Gómez Méndez. Y
lo peor, es que lo cogieron en cama. ¿Qué sucedió?. Fue toda una sorpresa, pues
las cosas estaban dadas para prepararle el escenario al doctor Gómez Méndez
para que lo iluminara con sus luces de jurista eminente. Pero el decreto de
nuevo gabinete le pasó por encima.
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