lunes, 11 de agosto de 2014

LA SOLEDAD DE COLOMBIA.


 
POR: RAUL PACHECO  BLANCO.

 

Esa brisa que se convierte  en ráfagas de viento y que en la tarde se recrudece por  la quebrada de aire que se desprende  de Monserrate y Guadalupe., al par que la luz se va agotando, llegaban  hasta las personas que desde temprano ocupaban asiento entre el capitolio y la casa de gobierno. Y se sentaban con cara de circunstancia, pues se trataba nada más y nada menos que la posesión de un presidente de le República, en este caso Juan Manuel Santos Calderón para su segundo periodo. Y pasaba la cámara, lenta, abochornando muchas veces al personaje acordado y veíamos los rostros  de los presidentes  centroamericanos, muy cumplidos, quienes  con el paso del tiempo se fueron convirtiendo en los personajes más relevantes, dentro de la nómina desplegada al acto. El presidente de Guatemala, con su cabeza blanca no obstante su juventud, el de Honduras, Costa Rica, Panamá, Ollanta Humala del Perú, Rafael Correa de Ecuador. Y otros cuantos presidentes . Pero buscaba uno, no la cámara, el rostro hirsuto de Maduro de Venezuela, con su bigote poblado como su humanidad, el de Evo Morales, con el aire de indígena boliviano, o la cara del exguerrillero tupamaro Mojica del Uruguay ,  o si acaso el rostro sonriente de Michelle Bachelet y nada. De pronto estiraba la cabeza para tratar de localizar a la presidenta de Brasil y tampoco.  Y luego, ¿por qué no?, podían estar los presidentes europeos y buscábamos a Francois Hollande,  en viaje de bodas con Julie  Gayet, o a Angela Merkel , sacándole el cuerpo a tanto trabajo, o  aún más allá Putin, quien también para escapar del conflicto con Ucrania decidiera refrescar sus pulmones con el aire de Monserrate y no con el de las frías estepas rusas. Quizá Obama con su sonrisa a flor de labio al lado de su mujer la exuberante Michelle, con su porte de tenista de ligas mayores.

Pero nada. Nada de nada. Como que la soledad que nos viene de tiempos de Aureliano Buendía se colaba por los pequeños lampos de luz  que se ahogaban en el crepúsculo, entre los cerros. Solo aparecía como un arrecife que contenía el  oleaje de soledad la figura ya trajinada  del ex rey Juan Carlos, tan apegado a Colombia, pero sin que le hubiera dado chance a Felipe VI para darnos a conocer a la bella Letizia, en su plan ya de nuevo Rey de España. ¡ Es que  ni siquiera el expresidente Uribe!.

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