viernes, 14 de marzo de 2014

EL LENGUAJE DE LAS URNAS.


POR:  RAUL PACHECO  BLANCO.

Las elecciones  que acaban de pasar  constituyen un mandato fresco  tanto para el país, como para los partidos.  En el caso del partido conservador,  da a los parlamentarios elegidos la vocería y  la legitimidad suficiente para diseñar la política a seguir en el inmediato futuro.  Al existir discrepancias en el modo de conducir el partido y en la toma de decisiones en punto a candidaturas presidenciales, debe  recaer en la junta de parlamentarios  el señalar  hacia qué lado debe terciar el conservatismo. Hay ahí un mayor grado de legitimidad que la misma convención, en  donde no hubo una representación de primer grado, sino una  representación de segundo o tercer grado. Además fue dominada por toda la gallada  del uribismo en donde estaban los doctores Laufaurie, Carlos Holguin, Valencia Cossio  y demás, quienes van y vienen   de un lado para otro, del uribismo al conservatismo , como si se tratara del mismo partido . Los doctores Roberto Gerleín Echeverría y Efraím Cepeda, fueron los parlamentarios que más votos obtuvieron  , lo cual constituye un  título válido para tomar las riendas del partido. Ahí se está perfilando la verdadera voluntad del conservatismo y eso desde luego genera consecuencias. Ante la nueva realidad electoral y ante la inmediata elección presidencial el conservatismo debe tomar una decisión definitiva. La Junta de parlamentarios debe constituirse en asamblea deliberante, para que ella misma actúe o nombre un nuevo directorio o un nuevo jefe del partido. En este momento el partido conservador está a la deriva, a las puertas de una división , con una candidata presidencial que no es acogida por todos los sectores, no obstante  su prestancia intelectual y política y su  amplio bagaje administrativo,   aunque de poca tradición en el conservatismo. Y desde luego, al  conservatismo no le conviene esa relación endogámica con el uribismo, porque termina absorbido por éste,  dado el arrastre y las calidades de jefe  que tiene  el expresidente Uribe y la  afinidad ideológica con la parte más retardataria del partido. Por lo tanto, debe existir una relación más sana para no perder identidad. A la luz de los nuevos hechos en cuanto al poder se refiere y siguiendo a Moisés Naim ( El Fin del Poder, Debate, 2014) el poder ha perdido volumen y no se concentra alrededor de un solo partido, sino que las coaliciones se han impuesto . De ahí que habrá coaliciones para rato, pero la sabiduría está en saber con quién o quienes se deben  hacer .

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