viernes, 22 de febrero de 2013

PENSAR EL SIGLO XX



POR:  RAUL  PACHECO  BLANCO.

 

Para pensar el siglo XX  Tony Judt se metió en la piel de mucha gente : del judío, del francés, del norteamericano, del marxista, del inglés, del liberal de la Europa del Este, y bajo esos diferentes ángulos se le midió  a desentrañar la tela de ese siglo marcado por dos guerras mundiales.

Lo hace a base de una larga y continuada conversación con su amigo Timothy Snyder poniendo como telón de fondo en este viaje intelectual,  el pensamiento de dos  grandes artífices de sendas corrientes económicas, como lo fueron las de Friedrich Hayek y Keynes. El uno amo y señor de los mercados y el otro el gran regulador del estado, sin llegar al socialismo.

Pero ya Judt deja ver su origen marxista cuando se creía como algo ineludible la revolución socialista y que impregnó a toda una generación desde que apareció la revolución de 1.917. Todo intelectual que se respetara  por esa época, era o debía ser marxista. En Francia se abría el abanico con Jean Paul Sartre y Albert Camus y  a su alrededor figuraban otros intelectuales de nota como Simone de Beauvoir , que en principio se ilusionaron y luego se fueron desilusionando de la revolución bolchevique con las medidas extremas tomadas por el Stalin y sus métodos,  tanto para hacerse al poder, como para conservarse en él, dejando  a un lado a Trostky , otro de los artífices de la revolución, y luego persiguiéndolo, hasta exterminarlo.  Siendo desde luego las condiciones muy favorables para el pensamiento de la izquierda, pues el gran enemigo a derrotar debía ser el fascismo, que en los años treinta se enseñoreó de Europa y amenazó  y puso a pensar a los intelectuales a fin de cerrarle el paso y nada mejor que la vacuna marxista que debía ser la ideología dominante en el siglo XX y cuya inevitabilidad se la jugaban junto con el pellejo sus propiciadores. Pero ese sarampión fascista terminó su ciclo cuando Alemania e Italia perdieron la guerra y “ pensamiento de vencidos, pensamiento vencido”.

Vamos ya por el año 45 y la posguerra se abre con las perspectivas de un pensamiento que buscaba el bienestar, dentro de una estructura de derecho, tal como lo pregonaban de un lado las socialdemocracias y del otro  el socialcristianismo,  con asiento mas que todo en Alemania y en Italia, como sede ésta del  pontificado. Las dos corrientes propiciaron lo que en definitivamente vino a llamarse el estado social de derecho.

Los intelectuales fueron quemando las naves marxistas y se fueron quedando con un estado interventor, de estirpe keynesiana, para darle base a una clase media que gozara de la educación, de la salud, de la vivienda. Los países europeos organizaron el estado de bienestar y lograron un crecimiento que les permitió  la capitalización suficiente para financiarlo.

 Pero vino la crisis y al no haber soluciones por el lado de la izquierda, se presentan por la derecha cuando aparece Margaret Tatcher y , según el decir de Judt produce toda una revolución de derecha, en que se minimiza el estado, se privatizan empresas, se desmontan las nacionalizaciones que habían hecho los partido socialdemócratas y laboristas y se abren los mercados. Para imponerse en definitiva una economía neoliberal y de contera, el socialismo hace implosión en la Unión Soviética y el muro de Berlín es derribado para proclamar el nacimiento de una  nueva época.

Todo para terminar en que los viejos marxistas regresaron a un liberalismo que se bate con la bandera de los derechos humanos, dándole cauce a sectores como los homosexuales buscando su capacidad para consagrar el matrimonio y la adopción de hijos, lo mismo que el derecho al aborto, a la eutanasia, al divorcio por parte de otros sectores.

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