lunes, 14 de enero de 2013

“EL DASEIN” CHAVISTA.


POR:  RAUL  PACHECO  BLANCO.

El caudillismo no es nada nuevo en Latinoamérica. Pero en medio de todo.  podemos  diferenciar  diversos tipos de caudillismo : por ejemplo, el caudillismo  estructural, para pedirle prestado el término al constitucionalismo y el caudillismo coyuntural. Los coyunturales se dan silvestres, pues cada cuatro años se manifiestan en los diversos países de Latinoamérica o coincidiendo con el periodo  de elecciones. Pero esos son voladores sin pólvora. Se imponen en los cuatro años y así  den la sensación de permanencia, desaparecen a las siguientes elecciones. No así  el estructural que puede llegar a producir una tradición, o por lo menos  permanecer por varias generaciones, al mismo tiempo que generar  un impacto tal, que se emparenta con lo religioso, o por lo menos con el mito y la leyenda. En Colombia tuvimos el gaitanismo como una manifestación de ese caudillismo, pero ese si de esencia laica, sin proyecciones hacia lo religioso. Fue   tal el impacto de su personalidad, que irradió  en el pueblo en tal forma, que desbordó los linderos del partidismo y que aguantó  varias generaciones. Ese contacto original del caudillo con el pueblo, solo se da en fenómenos como ese del gaitanismo. Sin embargo en Latinoamérica el ejemplo más típico es el peronismo, ya que adquirió  una simbología más completa por cuanto se da en la pareja de Perón- Evita, asumiendo una totalidad andrógina que es señal de plenitud. Perón llegó a la entraña del pueblo argentino, dentro de un acercamiento natural como si existiera una fuerza centrípeta que impulsara a crear una armazón pueblo- caudillo. Y es tal la fuerza, que los nombres de Perón y de Evita están por encima de sus ideas, de su partido, y han  sobrevivido a varias generaciones hasta encontrarse actualizado en los Kichner, quienes se basaron en el modelo peronista. Por lo tanto, el peronismo es una fuerza que está viva en Argentina. Y llama la atención precisamente ese fenómeno de que se de en un país como Argentina, el más culto de Latinoamérica y por lo tanto, el menos llamado a propiciar fenómenos como este. Lo fundamental en este caudillismo está en la íntima comunicación o conexión que se establece entre el jefe y su pueblo, de tal manera, que se funden en una sola cosa y que despierta tal frenesí, como el que sacudió a Bogotá por ejemplo, cuando Gaitán fue asesinado. Esa conexión fue muy estudiada por Heidegger, quien recibió ese impacto de Hitler y se sintió motivado para estructurar todo un tratado sobre el poder carismático y sobre la profundidad de ese contacto, que el llama el Dasein. Para Heidegger se produce un “ entrelazamiento del destino del individuo con el destino del pueblo. Pero si el “ser ahí” que es en forma de “destino individual” existe, en cuanto “ser en el mundo”, esencialmente en el “ser con otros”, en su gestarse histórico, en “gestarse con” y constituido como destino colectivo”. ( Discurso filosófico de la modernidad, Taurus, 1.993, pag 192).

Esa simbiosis es la que se ha establecido en Venezuela entre Chávez y su pueblo y que ha desbordado en tal forma las estructuras legales, que hoy no hay constitución en Venezuela, sino el solo espíritu de Chávez gobernando.

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