martes, 30 de diciembre de 2008

NUEVO AÑO.NUEVO AÑO.

Por: RAUL PACHECO BLANCO:

Leyendo el Mito de Sísifo de Albert Camus se da uno cuenta de lo absurda que es la vida, girando todos los días sobre la misma órbita, como el destino de los planetas, sin ánimo alguno de remisión.
La tragedia de Sísifo condenado eternamente a llevar hasta el monte una roca, que él callada y resignadamente va escalando hasta que llega a la cima y allí no tiene otro remedio que dejar que la roca se desprenda de nuevo hacia el sitio donde había arrancado en su absurdo peregrinar. Para luego continuar en la misma brega.
Es lo que uno hace cada año, celebrar la llegada del Niño Dios, comerse los tamales o el pavo y despedir el año con mucho trago para empezar otro año que será idéntico al anterior, con muy escasas variantes, como las que podía tener Sísifo con su roca al encontrar mejor o peor camino, pero el mismo. Nosotros también, con las variantes de un buen año, o regular o malo, pero eternamente en el mismo cuento. Y pensar que la única salida es la muerte. Que para algunos puede estar allí, para otros un poco más lejana, pero siempre ahí, respirándole en la nuca.
Por eso Sócrates llegó a decir que el mejor destino del hombre es no haber nacido, para evitar ese tránsito mortal, en donde se puede disfrutar quizá de una gloria efímera, tan pasajera que cuando apenas se han apagado sus ecos , ya han surgido nuevas cosas que la someten al olvido, o de una fortuna que será la envidia de muchos o el lento acabamiento tras los esfuerzos biológicos para hacer frente a tanta fortuna, o tantos males que al fin se acaban, dejando apenas borrosas huellas de martirio, que a nadie van a redimir.
Doblando el año Colombia sigue ante la misma expectativa de siempre, ¿ cuándo tendremos paz?, la pregunta que se hacían los viejos combatientes de la Guerra de Los Mil Días, luego del conflicto, para gozar apenas de una tregua de veinte años durante el tiempo de la república conservadora, para abrirse de nuevo a la violencia y rematar con el corcho cerrado de la guerrilla que no da tregua, porque cuando parece agotarse, se levanta de nuevo, como un Lázaro apocalíptico.
Pero hay que seguir viviendo, confiados como Sísifo en que cada día llevará uno con más elegancia o más técnica, o más fortuna, la pesada roca que se le ha sido encomendada quien sabe por quien, pero por alguien que no aparece, que no da la cara.
Dar un feliz año es casi una ironía, porque uno no sabe qué se esconde tras de él, aunque el diseño general ya se lo sabe uno, pero el sesgo particular es el que falta para cuajar el sello de semejante destino.
Por eso algunos dirán que la muerte es la mejor salida, porque ¿ qué tal asumir plenamente el destino de Sísifo que debía ser eterno y no efímero, como el paso de nosotros los hombres por este mundo?.
Dentro de estos patrones, un feliz año para todos.

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