sábado, 8 de septiembre de 2018

LA ERA PEKERMAN


 POR: RAUL PACHECO BLANCO

 
De la era Pekerman queda la  clasificación de Colombia a dos campeonatos mundiales de fútbol, el sentido de equipo, la disciplina observada por los jugadores, la confianza en su técnico. Durante toda esta temporada siempre hubo armonía entre el plantel técnico y los jugadores. No hubo manifestaciones de desorden, de falta de coordinación y antipatías entre unos y otros, sino todo lo contrario, un gran sentido de equipo y un gran respeto por el cuerpo técnico. Sobre este aspecto no hay nada más que anotar y no se debe criticar sino alabar todo lo que se ha hecho a este respecto. Quizá en el plano psicológico el técnico supo inyectar a sus jugadores la confianza en sí mismos, la posibilidad del triunfo y todo aquello que sirve para motivar a un  plantel, y ponerlo en las mejores condiciones para la competencia.

Ahora, en la parte futbolística si bien es cierto figuraba como un  equipo acoplado, sin embargo nunca buscó su propia propuesta de juego, su estilo. Siempre dejó en manos de los contrarios el que impusieran su patrón de juego, acomodándose a la propuesta del contrario. En este aspecto faltó un  poco de imaginación, de iniciativa, de audacia para buscar un estilo propio que lo identificara ante los extraños.

Por ejemplo, el técnico Sampaoli  logró imprimir un estilo de juego tan dinámico a la selección de Chile, que la transformó y la llevó al más alto rendimiento. Era una propuesta a base de pasos largos, rasante y remates desde todos los ángulos.

Luego, es cierto, que ese mismo técnico fracasó con la selección argentina, le pudo el peso de sus compatriotas y las cosas cambiaron. Pero lo cierto es que Sampaoli  le imprimió un estilo al seleccionado chileno que lo hizo grande.

El equipo colombiano en cambio, jugaba basado  en la iniciativa de sus jugadores, sin un libreto previo, siempre enderezado a contrarrestar el juego del adversario, pero sin proponer un juego ofensivo o defensivo.

Siempre el equipo dependió de la capacidad para ordenar el juego de James Rodríguez y de la capacidad goleadora de Falcao García. Esa era la estructura del equipo y de ahí no se movió.

 Por eso hace falta un entrenador que dado el auge del futbol europeo, enderece por ahí su libreto, en el concepto que bajo mi punto de vista es una síntesis del fútbol latinoamericano y el europeo.

Los equipos europeos siempre basaban su fortaleza en la parte física y corrían como unos desesperados, todos al ataque, casi sin concierto alguno. Y los lainoamericanos, en cambio, controlaban el balón, lo paseaban por toda la cancha y cuando se presentara la oportunidad pateaban al gol.

Ahora los europeos incorporaron la técnica del control del balón, pero le añadieron la capacidad ofensiva. Y les dio resultado, pues se llevaron la última copa.

Pero lo que  hay que admirar más en el profesor Pekerman es la identificación sentimental con el equipo, en cuerpo y alma.

 Había que verlo en los partidos por televisión, estremecerse cuando se jugaba en contra de su equipo, su nerviosismo ante un penal, que prefería no mirarlo patear. En fin, una total entrega, que se manifiesta además, en el desgaste físico que sufrió y se le nota por encima el cansancio y la responsabilidad que mantuvo, pues el hombre termino acabado. Eso de que el argentino es sobrado para todo y nada lo inmuta, no es cierto. Perdón, en éste caso.

Por eso merece el agradecimiento no solamente de la hinchada sino de los colombianos todos por la dignidad con que siempre llevó su cargo. Y se fue dolido con los medios de comunicación por el trato que recibió: para ponerlo en términos bogotanos, en la forma más vergaja posible.

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