sábado, 8 de septiembre de 2018

EL CASO LULA


POR: RAUL PACHECO BLANCO

 
¿Cuándo se presenta un enfrentamiento entre la legitimidad y la legalidad, cual  prima?. La legitimidad es un  valor democrático y la legalidad un valor liberal.

Presentar las cosas así, en el plano abstracto sería muy difícil escoger entre una y otra y se necesitaría meternos ya en el terreno de lo real para analizar un caso específico y ahí si sacar conclusiones.

Porque en teoría, para un demócrata imperaría la legitimidad, pero para un  liberal imperaría la legalidad. Ese dilema puede contemplarse en el caso de Lula Da Silva.

Para un lulista el máximo valor lo da la soberanía del pueblo y si el pueblo quiere que se reelija a Lula, pues lo lógico es que se haga. La ley es lo de menos pues lo que cuenta es el respaldo del pueblo. Pero si ese candidato está sub judice y no solamente está sindicado sino condenado, con juicio ya proferido, ¿cómo se comporta esa legitimidad que se alega para hacer nugatoria la condena de Lula y por el contrario, respetándole el derecho a elegir y ser elegido, se le reelige?.

En primer lugar esta hipótesis no se da en el espacio-tiempo histórico que estamos viviendo, pues la condena se produjo antes que la elección y por lo tanto precede esta condición. Es decir, físicamente es imposible, pues primero se cometió el delito, se investigó y se condenó. Los dos tiempos no coinciden, el del juzgamiento y el de la elección.

Habría que retrasar el tiempo para que las cosas se acomodaran y la legitimidad entrara en el mismo espacio-tiempo que la legitimidad para que obrara con todos sus efectos.

Al no darse esta secuencia es totalmente imposible que el conflicto legitimidad-legalidad se configure. Y aun en gracia de discusión si se aceptara que los dos conceptos concurren al mismo nivel, tampoco sería procedente que primara la legitimidad,¿ pues en qué queda el orden establecido, llevado a una constitución, institucionalizado en unos códigos y sin embargo en un momento dado, por argumentos estrictamente políticos se llevaran de calle todo el estado de derecho?

Y de otra parte, también volveríamos años atrás en la historia de las ideas y de los principios, al aceptar de paso la soberanía absoluta del poder, que desde 1.789 fue quebrada y llevada a la guillotina en el cuello de los reyes. El concepto de democracia implosionaría, se destruiría a sí mismo.

Porque ¿de qué vale toda una institucionalidad soportada sobre normas si en un momento dado se hace a un lado y queda vigente únicamente los derechos de una sola persona? 

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