sábado, 25 de agosto de 2018

¿Y QUIEN ES EL PRESIDENTE DUQUE?


POR: RAUL PACHECO BLANCO

 
Para Abdón Espinosa, Duque es el nuevo Enrique Olaya Herrera que va inaugurar una época de renacimiento del liberalismo, luego de la breve pausa del Republicanismo de Carlos E Restrepo y de años de dominio del conservatismo cuando se cuajó la historia de la regeneración.

Para otros Duque es un economista, un técnico metido a político, de espíritu corporativo y con el concepto del crecimiento económico como patrón del cambio. Por eso, según ellos, le dejó el manejo de la política a Alvaro Uribe, mientras él se dedica a gobernar en términos economicistas, con su gabinete de figuras jóvenes y desprevenidas políticamente.  

Para otros, Duque puso en práctica el sistema parlamentario de facto, al instituir a Alvaro Uribe de Primer Ministro, el dueño del balón político, para él constituirse en solo jefe de estado.

Para otros, Duque es el nuevo Macron francés  que representa la línea del centro, sin experiencia en los tejemanejes electorales. Por eso, él se metió de lleno en el Centro Democrático, mas atraído por el nombre que por el centrismo de sus militantes, quienes se caracterizan por sus posturas extremas y  más en línea con la extrema derecha europea.

Todas estas interpretaciones tienen algo de veracidad y solo el tiempo nos ira diciendo en realidad cual es el verdadero talante de Duque, que hay que reconocerle su olfato para arrimarse a los agujeros negros por donde va a pasar el tiempo que se abre camino.

Pero en todo caso, ha sido una persona preparada para ejercer el gobierno, con mucho estudio al fondo, donde ha producido varios libros que se relacionan con la teoría naranja para sacarle jugo a la cultura y convertirla en herramienta de crecimiento y no solamente de especulación.

Ya en las librerías se aprecian las obras del joven gobernante, que primero teorizó y se metió de lleno en el estudio de los problemas nacionales, en lugar de irse a los pueblos a recoger votos y aprender todo lo referente al manzanillismo para luego empezar una carrera política que lo llevara del concejo a la asamblea, luego a la Cámara y por ultimo al senado.

Y tuvo el olfato también de escoger un  padrino, que sin  él no hay paraíso en nuestra política, que ha dejado regado en la historia mucho proyecto interesante de figuras que se extinguieron sin coronar la meta, por la falta de una padrino adecuado que les permitiera llegar. Desde la generación  de Gaitan y Turbay se aprendió la lección de que sin un padrino eficiente y oportuno no es posible llegar a la presidencia. Los casos de Turbay y Gaitán sentaron jurisprudencia en ese aspecto.

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