jueves, 23 de noviembre de 2017

4321



POR: RAUL PACHECO BLANCO

 
Cuando uno empieza a leer la novela de Paul Auster,4321, lo primero que hace es poner mojones para  tratar de encontrar la trampa que nos tiene preparada el autor. Como lo hacía Cortázar en algunas de sus novelas que lo hacía leer un capitulo y luego continuaba varios capítulos más adelante. La intriga sigue por el nombre que es un número:4321. Más, cuanto se topaba con que el capítulo dos de cada uno de ellos no escribía nada y solo presentaba el papel en blanco. Estas son las precisiones iniciales y a medida que va trascurriendo la lectura  Y a decir verdad, lo mantiene a uno tenso porque solo al final es que da las coordenadas para entender que la vida de Fergusson, el personaje central, va a vivir cuatro vidas separadas, pero con los mismos personajes de su entorno, para manejar posibilidades, como las que se le presentan a cualquiera en su vida al no saber qué camino tomar en determinado momento. Siempre uno tiene hipótesis de su vida posible y solo una de ellas es la que en verdad se realiza. Ferguson se dio el lujo de echar por la calle de en medio y se vivió cuatro. Pero esto no me parece lo mejor del libro, puede ser muy innovador en la parte técnica. Lo mejor está en las tres líneas narrativas que va tejiendo a medida que avanza la novela, en donde se va desenvolviendo por una parte el argumento, por otra el periodo histórico de la era kennedyana y, por último, el bosquejo de lo que es el hombre americano. De ahí que para mí, hay dos novelas, la una, formal, para dar cabida a la innovación de la vida plural de Fergusson y la otra, la que enfrenta las tres líneas narrativas. Ahí está la historia del hombre americano, que empieza con el inmigrante que llega de un país  desconocido para realizar el sueño americano y, como le indican desde un  principio, debe cambiar de nombre y apellido para irse pareciendo al país y de ahí que le convendría ponerse como apellido Rokefeller. Pero al expresarse en su idioma nativo le dio vida a un imaginario nombre que cogió al vuelo el empleado oficial, llevado por la fonética, para terminar en el apellido Ferguson. Y sus instituciones, la familia, la religión, el capitalismo, el deporte, esencialmente el futbol americano, el béisbol y el básquetbol. En cuanto al aspecto narrativo, le da a uno la impresión de que se le va la mano al narrador, al no dejar que los personajes obren por si mismos, les quita la voz y los somete a una disciplina implacable. Ese lenguaje, aunque permite una mayor fluidéz en la narración asfixia las posibilidades de los distintos personajes, al expresarse en diálogos, que brillan por su ausencia.

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