jueves, 22 de junio de 2017

“MANOS DE ASBESTO”.



POR: RAÚL PACHECO BLANCO.

 

Cuando Humberto de la Calle dijo que él no pondría las manos en el fuego por el gobierno de Ernesto Samper, los samperistas empezaron  a llamarlo “Manos de Asbesto”. Ahora se los tiene que aguantar como compañeros de equipo en su calidad de patrocinadores de su candidatura, en una rara unión con los gaviristas y santistas. Samper le echaba a la culpa a Cesar Gaviria de haber introducido el neoliberalismo en la política colombiana, luego de haberle puesto una vela a Dios y otra al diablo en la constitución del 91, en donde las tesis socialdemócratas y el neoliberalismo se repartieron el pastel. Gaviria se sonrojaba de semejante entuerto, dada su condición de socialdemócrata puro. Pero no llegaba a tanto, como los samperistas, que en el verbo de Horacio Serpa le increpaba que no era “ni chicha, ni limonada” y trajo a cuento aquello de “esto dijo el armadillo subiéndose a un palo de mango, ni me bajo ni me subo ni me quedo aquí tampoco”.  En tanto Samper no tenía inconveniente en decir: Aquí estoy y aquí me quedo. Y César Gaviria se quejaba de la falta de berrenque de Humberto de la Calle, a quien tuvo que llamar por teléfono al capitolio para que defendiera el gobierno en medio de la tunda que le estaban dando cuando la fuga de Pablo Escobar. De ahí en adelante Gaviria desconfió de De la Calle por su falta de resolución en los momentos claves. Y Santos lo miraba por encima del hombro dada su militancia en la Tercera Vía de Tony Blair. Ahora están juntos. César Gaviria será ungido como jefe único del liberalismo, para escoger a Humberto de la Calle  candidato de la unión del liberalismo y del partido de la U. Así que Humberto de la Calle está rodeado por una parte, de sus enemigos de siempre, los samperistas, que no le perdonan el que no hubiera puesto las manos en el fuego por ellos y se soñara con llegar a la presidencia, así facilito, a las espaldas de Samper. Con otro ítem: las señoras de Samper y de De la Calle no se quieren, porque ésta  quería ser primera dama en el gobierno Samper, cuando éste ni se había divorciado, ni daba muestras de ser un jeque  árabe como él mismo lo dice en su libro Aquí estoy y aquí me quedo” Y sus  amigos pasan una mala hora, como  es el caso del gobierno Santos, quien rompe records de impopularidad.

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