jueves, 28 de enero de 2016

EL DEFENSOR CAÍDO




POR: RAUL  PACHECO  BLANCO.

 

No todo podía  ser éxito  en la carrera del defensor del pueblo, Jorge Armando  Otálora. Dueño de  una fisonomía de rasgos indígenas muy bien marcados buscó de otra parte darle una carga de pulimento a su personalidad, para llegar a vestirse, expresarse y rodearse bien. Se trata de una persona que evidentemente se ha superado en su vida, pues no lo acompañan apellidos campanudos, sino  comunes  y corrientes. Pero le falló un ángulo: el de conquistador. Ahí si le fue como a los perros en misa. Y empezó a enredarse. El hombre iba en serio con su secretaria a quien consideraba su novia y ella por el contrario no llegaba hasta allá. Solo esperaba que  le pasara el capricho de jefe recién elevado a posiciones interesantes. Y lo que él llamaba  su noviazgo fue de pronto brutalmente calificado  por su secretaria como simple acoso sexual. Nada más frustrante para un alto funcionario que le pasen cosas como ésta. Porque generalmente el conquistador logra  sus objetivos y conquistas empoderado de sus condiciones y  le pone el sello personal a sus faenas de catre. Pero que le salgan con el cuento de que son acosos sexuales y no actos de conquistador, es como para sentirse autor de falsos positivos. Y todo porque el defensor  no tiene los pergaminos suficientes de orden racial, social o económico para ser contemplado  como carta ganadora en la conquista de la mujer.  Mejor le iba al expresidente Julio César Turbay, del cual  no se quejaban las señoras, pues quien ponía el grito en el cielo era el arzobispo de Cúcuta, precisamente por el éxito del presidente en esos asuntos no oficiales. Si hubiera sido un pésimo conquistador, como el actual defensor, el obispo no se hubiera pronunciado. Y si fuera un cachaco bogotano tampoco habría corrido la suerte del defensor, a quien no le perdonan su origen humilde, su espíritu de sacrificio, su inteligencia. Pero echó por terrenos desconocidos, o sin medir sus condiciones naturales para semejantes faenas y, encalló. Y quienes se han debido sentir seducidas terminaron por sentirse acosadas. Cometió  errores garrafales como el de  mandar videos con imágenes  suyas, en donde sostiene en la mano una de sus carencias, pues de antiguo sabemos que nuestro habitante andino no ha sido tan bien dotado para estos menesteres, como el habitante de la costa que si saca la cara por su  comunidad. Un video de esas características  debe ser lo más  desilusionante para el sujeto pasivo de la conquista.
 

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