POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
Vamos a realizar un estudio sobre las distintas candidaturas
presidenciales para que tengamos una idea
de sus programas y en base a ellos tomemos alguna decisión que nos deje por lo menos aliviados el día de
las elecciones. En primer lugar tomemos la candidatura del presidente Santos, quien es
el primer posicionado para continuar en el poder. Hay dos temas que tienen mucha importancia y que juegan de entrada en
la decisión que se pueda tomar: por una parte está la paz, que es buena para el
país, es buena para los colombianos y que le conviene a nuestra democracia y a
nuestra economía. Igualmente la restitución de tierras . Pero a su vez, se
trata de una reelección y como en el viejo proverbio clásico, nunca segundas partes fueron buenas.
Fresco está el caso del ex presidente Uribe, quien realizó un primer gobierno que le devolvió la seguridad al país, pero ya
en el segundo, se impusieron las camarillas y la continuidad incubó una serie
de males que desembocaron en la corrupción.
Además de la paz, el actual gobierno muestra su desempeño en las diversas áreas,
como en la economía, en la cual le ha ido bien, pues el país está bien posicionado
ante los mercados internacionales, la inflación es baja, el desempleo ha descendido
y el país se desarrolla progresivamente. El lunar de la desigualdad también ha
sido combatido y el porcentaje de esa disminución se ha reflejado en sus metas.
El modelo escogido por el presidente, que es el de la tercera vía, en donde se
trata de proteger al sector productivo para que se capitalice y luego coopere
en los aportes de carácter social, esperamos se cumpla. Se le ha tratado de
blando por parte del sector uribista porque desactivó la bomba de tiempo que se
había instalado en las relaciones
internacionales y ahora en las conversaciones con la guerrilla para zanjar el
problema de la paz. Pronto veremos si
ese proceso es real o apenas encubre aspiraciones de carácter político para
ganar elecciones. Otra fortaleza es su
vicepresidente German Vargas Lleras, quien se mantiene alto en las encuestas,
aunque se le cuestionan su clientelismo
y su vinculación con los contratistas. La libertad de expresión se manifiesta
en el buen trato con los medios de
comunicación, sin censura y con papel suficiente, en franco contraste con los
países vecinos. La gente teme que la
debilidad del gobierno lo lleve a comprometerse en convocar una asamblea constituyente de pronóstico reservado.
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