viernes, 18 de octubre de 2013

UN LIBERAL EN EL URIBISMO.




POR:  RAUL  PACHECO  BLANCO.

Francisco Santos se sintió como si todavía estuviera en el liberalismo y por lo tanto podía ejercer  el sagrado derecho  a disentir.  Menuda sorpresa se llevó cuando el jefe supremo  Alvaro Uribe habló  y dijo que la escogencia de candidato presidencial por el Centro Democrático se haría por convención y no por consulta popular, como habían pactado los precandidatos. Y más, al  ver  que accionó toda la tecnología de punta en organización de convenciones, con Echeverri  Correa y Valencia Cossio a la cabeza, como quien dice para que no quedara  títere con cabeza. Debió  sentir  la nostalgia  de los tiempos  de  El Tiempo, cuando un editorial del periódico escogía a tinta el candidato presidencial  y    extrañaría  todos esos días dorados de liberalismo, de hegemonía de un periódico .  Ahora tenia que acostumbrarse  a que el Tiempo ya no es de su familia y que por lo tanto,  lo que él significaba, ya no significa, que si todos los Santos se encontraban dirigiendo y escribiendo en el periódico, ahora ya no queda ni uno. Empezó  la deserción con el mejor de todos, con Enrique, cuyas columnas eran consideradas como las mejores, las imprescindibles. Luego Juan Manuel para aspirar a la presidencia . A continuación Rafael, el menos intelectual pero el verdadero cerebro de la empresa como empresa editorial.  Debió Francisco pensar  también y comparar  ,  cuando fue escogido  por Alvaro Uribe para ser su vicepresidente y ahora  le cambiaban las reglas del juego, cuando ya estaban acordadas.  Y se dio cuenta que allí no había una decisión, sino una orden. La de escoger candidato por convención , que es el acto mas amarrado  que puede existir en política. Lo que quiere decir, que el candidato presidencial ya está  escogido  y la convención solo sirve para protocolizar ese hecho. Como hacían los soviéticos cuando se trataba de escoger primer ministro y no se anunciaba, ni se reunía  nadie  a tomar esa decisión, ni pasaba por una asamblea, o un cuerpo deliberante. No, simplemente se le colocaba en un puesto especial en algún desfile patriótico, o en una fecha simbólica y esa era la señal. Como ocurre también en el Vaticano cuando sale el humo blanco. En el uribismo ya salió  el humo blanco y por lo tanto, las ilusiones empiezan a marchitarse para Francisco Santos, quien soñaba no tanto con ser presidente, sino con disputarle el honor a su primo, para reírse de él y decirle en la cara: Yo también puedo.

No hay comentarios: