viernes, 18 de mayo de 2007

Hugo Mantilla

HUGO MANTILLA.


Hugo Mantilla siempre vivió alrededor de la leyenda.
Desde muy temprano se metió a lo público, en la búsqueda de hazañas personales que lo introdujeran en la historia, por pequeña que fuera, y a como diera.
Nació como hombre de partido y muy niño ya estaba formando parte de las huestes, oloroso a combate.
Era un personaje. Dentro de esa prodigalidad telúrica que crea individualidades metidas en su propio corral de soledad y alimentan una leyenda particular así sea minúscula pero supervalorada bajo su propio criterio.
El poder que nunca tuvo le obsesionaba.
Pero lo ejercía en los contados espacios que podía disfrutar, bien sea como padre, esposo, amigo, militante, contertulio.
De ahí que toda su vida fuera un acercamiento hacia el poder, como cuando le reunía gente a Pedro Nel Rueda Uribe para contrarrestar la guerrilla liberal, apenas un adolescente.
Habiendo podido ser un militar de carrera, dadas sus inclinaciones, no lo fue por apego a la política, pero mantenía un ánimo abierto hacia lo militar.
Sin haber adelantado estudios académicos estuvo siempre atento a la cultura y mantenía una conversación fluída alrededor de cualquier tema, porque leía y se relacionaba con gente que le aportaran algo en este sentido, en ese afán de aprender, de conocer. Fue un autodidacta.
Tuteaba los grandes personajes sin sonrojo alguno , como si estuviera haciendo con ellos la historia , en una camarería de compañeros , de iguales.
Era elegante en medio de su pobreza íngrima y se daba una buena vida a su manera.
Nunca desempeñó un cargo público a la espera quizá de ganarse el premio gordo de una lotería que él solamente compraba billete, ni ejerció una profesión, ni estuvo en una orden, salvo la laureanista, andaba suelto a la caza de aventuras, siempre alrededor del poder.
Por eso se volvió un golpe-adicto , tratando de buscar oportunidades, por escasas que fueran para dar un golpe de estado, que era su obsesión. Y alentaba esas posibilidades , las calentaba como si fuera una vaso de whisky bajo el alero grato de una chimenea de tierra fria.
De ahí su amistad con los militares, quienes lo acogían lo escuchaban y a veces candorosamente caían en sus redes de aventurero nato tras de objetivos imposibles.
.
Por eso terminó enredándose en la última tentativa de golpe de estado que se fraguaba en el gobierno de Samper , pero que no pasaba de los cafés, de las tertulias, de las lisonjas a los militares para que lo dieran . Faltaba una personalidad de carne y hueso y no las simples intenciones de gente retirada y sin oficio.
Dicen que a Alvaro Gómez lo mataron los militares porque no se prestó para ese papel de golpista , cuando estaban dadas las condiciones para sacar adelante ese proyecto.
Pero parece que en definitiva ese golpe militar solo estaba en la cabeza de Hugo Mantilla y por eso terminó asilandose en Suiza.
Era un fascista nato.
En alguna ocasión se fueron con Alejandro Ordóñez Maldonado, el ahora magistrado del Consejo de Estado y, encaramaron al gordo Valderrama , director de la biblioteca Gabriel Turbay y le exigieron que les mostrara los libros para ver si allí tenían material malsano para la juventud y, si contaban la biblia católica que el pobre poeta no encontró porque solamente estaba la protestante y se la incautaron y no faltó nada para que lo sacaran a empellones hacia el parque de los Niños.
En Bogotá estuvo de finquero al colaborar en el rescate de unas tierras que estaban en poder de la guerrilla y con militares amigos logró el rescate.
Se inventó una Academia Bolivariana donde llevó en principio a Alejandro Galvis, a quien le llegó al corazón, porque se encontraban en su admiración al generalísimo Francisco Franco dentro de esas raras coincidencias que se dan. Tambien a Hernando Sorzano Gonzalez cuando estaba ya lejos del bien y del mal.
Pero esa academia era solo para él.
Condecoró a Presidentes latinoamericanos con la medalla bolivariana inventada por él.
Cuando actuaba en política amenazaba a Enrique Barco con publicarle los discursos que Barco pronunciaba en el Congreso y, todo por ese estilo.
Y terminó su vida en Suiza soñando con el golpe de estado que ahora debe estar preparando en el lugar donde se encuentre.


Con un cordial saludo,

RAUL PACHECO BLANCO.

No hay comentarios: