lunes, 21 de enero de 2019

LA NUEVA BIPOLARIDAD


POR: RAUL PACHECO BLANCO

 

Antes cualquier conflicto se neutralizaba porque existían dos bloques: el uno el soviético y el otro, el occidental. Ya habíamos olvidado esta etapa, pero ahora vuelve con una nueva bipolaridad, en donde el aspecto geopolítico juega el papel más importante.

Ahora la geografía marca el destino de la política y es así como se están formando dos bloques: el occidental y al asiático. Ya no en una división de carácter ideológico, como era antes, en que socialismo y capitalismo se disputaban el mercadeo político. Dentro de este contexto se inscribe el caso de Venezuela cuando el mundo asiste atónito a las andanzas de Nicolás Maduro, quien presidiendo un país quebrado y un gobierno sin legitimidad, se da el lujo de permanecer solo por el equilibrio que le dan los dos bloques en vigencia. Venezuela tiene el soporte de Rusia, China, Turquía y cualquier movimiento de parte del sector occidental, es neutralizado por el sector oriental. Y cada bloque tiene como soporte el arsenal nuclear.

¿En esas condiciones, quien se atreve a encender la chispa de la siguiente guerra mundial?. Esa es la única fuerza que le queda a Maduro, porque por el lado de la opinión y sobre todo de la economía, no tiene salida. Y además, la gente que lo sigue tiene sus intereses creados, por cualquier lado que se mire, pues si se trata de las fuerzas armadas, a Maduro le deben los militares tanto el poder como la riqueza que actualmente disfrutan  y que los hace ponerle el hombro a Maduro y  de la gente de base, porque vienen de bien abajo y han solucionado su problema de vivienda o de educación y, por lo tanto, no están dispuestos a perder las ventajas que han adquirido.

De otra parte, cuenta con la asesoría de Cuba, quien se sabe al derecho y al revés la cartilla para lograr sortear épocas malas, bien sea aprovechando circunstancias de orden político  o de contenido político o ideológico, como jugar al comunismo y luego devolverse hacia el socialismo, cuando las cosas no marchan, como les ha tocado a los cubanos en los tiempos postcastristas. Por eso las salidas se van estrechando cada vez más y solo queda la negociación, como ya la ha planteado Maduro a Trump y, desde luego la amnistía y el indulto, como exigiría cualquier guerrilla que se respete. De lo contrario, Maduro se atornillará en el poder como hasta ahora lo ha hecho sin rubor alguno ante la democracia mundial.

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