viernes, 15 de julio de 2016

EL NUEVO FISCAL.


POR: RAUL PACHECO BLANCO.

No se trata de un caudillo, quizá de un político, pero además es un abogado con mucha vocación y mucho éxito. Y sobre todo, lo atrae tanto la vida pública, como la privada. Puede pasar de la una a la otra, sin que se interrumpa su ciclo vital, ni se sienta frustrado por abandonar una para volver a la otra. ¿Qué lo motiva? Quizá cuando está en la vida pública sienta nostalgia de los buenos honorarios de la empresa privada y cuando está en el sector privado sienta la nostalgia del poder, de la publicidad, del trajín burocrático. Porque además, lo acompaña cierto sentido del humor que le corre por la venas, cuando su padre, Humberto Martínez Salcedo o don Salustiano Tapias, quien tiene un busto bastante abandonado en la calle 36 de Bucaramanga, hacía las delicias de radioescuchas y de televidentes en su papel de humorista de nota, porque valga decirlo, no era un ramplón, ni un cuenta chistes, sino un humorista con capacidad de crear personajes y de meterse en la intimidad de los hogares. No es un sectario, todo lo contrario, con una gran capacidad de convivencia, como para aceptar complacido la presencia bien sea de Alejandro Ordoñez o Gustavo Petro, o Claudia López o Paloma Valencia, o Gina Parodi o Roberto Gerlein, o Álvaro Uribe o Juan Manuel Santos. Con todos se siente bien. Néstor Humberto Martínez es un liberal de la escuela reciente, incontaminado de odios partidistas, respetuoso del fuero personal de cada quien. Los grandes empresarios lo tienen como abogado de toda su confianza, los líderes de grupo como fiel seguidor. Y se siente tan transparente que no ve mal que un día esté luchando por los intereses de una empresa privada y al día siguiente por los del estado. Se siente como en una torre de cristal en donde no llega la contaminación, ni el juego de los intereses cruzados. Para todos hay. Su talante es de tal naturaleza que la ética es una cuestión ambiental. Hay tanto aire adentro que no puede entrar ni la acción del efecto invernadero, ni cualquier otra clase de contaminación porque un antivirus combate cualquier sustancia que trate de enrarecer el aire. Está vacunado pues, para cualquier conflicto de intereses y de llegar a presentarse, la sabiduría será la consejera que lo alejará de cualquier sospecha de parcialidad o de encono. Está hecho para las grandes tempestades éticas. Con razón se dice que con él llegan los poderes al poder.

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