sábado, 22 de agosto de 2015

ENTRE PADURA Y MAI JIA



POR: RAUL  PACHECO  BLANCO.

 
Ramón Mercader  y Rong Zilan son víctimas de la misma enfermedad : el estado totalitario. El uno del  Soviético y el otro del chino. De ahí que los novelistas Mai Jia de la China y Leonardo Padura de Cuba hayan coincidido en la apreciación de la acción del estado sobre el ciudadano, que llega a ser absorbido de tal manera, que lo destruye, lo aniquila.  Rong Zilan es un hombre de talento fuera de lo común, un científico que se dedica a investigar sobre la inteligencia artificial y el estado le cae para atraerlo y convertirlo en un intérprete de códigos para su propio beneficio. En criptógrafo. Así, que por una parte le lastra la capacidad para hacer aportes a la ciencia, dedicándolo a otros menesteres menos calificados como la interpretación de los códigos. Y Ramón Mercader  es atraído por el estado soviético, o concretamente por Stalin, para que cometa el asesinato de León Trostky,  a la sazón exiliado en México. Y a ambos se empieza por cambiarles la identidad, Mercader  ya o será Mercader,  sino un supuesto ciudadano belga, o el soldado 13  . Y Rong Zilan  pasará a llamarse Ronh Jinzhen. Y empieza un juego de la personalidades múltiples debatiéndose dentro del interior  del personaje inicial, hasta llegar un momento en que el personaje no sabe quién es, dada esa multiplicidad de personalidades  interpuestas. A Rong Zilan  no solamente lo cambian de identidad y se lo llevan a que preste un servicio al estado; también le adjudican pareja, la que a su vez tiene que hacerlo como trabajo del partido y no como un sentimiento nacido de la propia individualidad. Luego es reconocido como héroe de la revolución por el Plitburó Central y su familia pasaba a ser una familia revolucionaria.  A su vez Mercader  es adiestrado para llevar adelante los planes, haciéndole ver lo importante de esa designación, que había partido directamente de la autoridad de Stalin y que lo convertía también en héroe de la revolución. El gran matemático Roth Jinzhen termina por volverse loco e ingresar a un  manicomio, pero desde luego sin que pierda los honores de héroe nacional. Y Mercader  lleva adelante el asesinato de Trostky, sin la maestría requerida, pues aunque mata a su víctima no puede  escapar como se lo garantizaban a él y ponerlo fuera de todo peligro legal. Jinzhen es capturado y llevado a prisión, hasta cumplir su pena y luego si viajar a la Unión Soviética a recibir los honores respectivos. Se nos hace más intensa la narración de Padura que conlleva a su vez una crítica demoledora contra el modelo soviético y sobre todo  contra el totalitarismo de Stalin. A Padura se le va la mano en narración, pues la novela se agota cuando es ejecutado Trotsky.

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