viernes, 4 de abril de 2008

LA DECADENCIA DE OCCIDENTE

POR: RAUL PACHECO BLANCO

Oswaldo Spengler hablaba de la decadencia de Occidente en los años veinte del siglo pasado, basado en su célebre teoría sobre las culturas como organismos biológicos, sujetos a un nacimiento, a un desarrollo, a una vejez y a una muerte. Y precisamente detectaba signos de recalentamiento de la cultura occidental, que amenazaba con hacer agua. Pero era un periodo de entreguerras y en medio de esa desolación se prestaba para hacer balances pesimistas. Ortega y Gasset por su parte , intuía el fenómeno por la pérdida de influencia de Europa ante la emergente Estados Unidos y, precisaba que de no unirse en un solo bloque europeo, nada tenia que hacer ante el nuevo fenómeno de la política internacional. Para los europeos, el occidente son ellos. Bajo ésta óptica analizaba Ortega, aunque él terciara un tanto hacia el fenómeno del poder. Luego vino la crisis del 29 y se asimiló la crisis del sistema capitalista como si fuera la debacle de la cultura occidental, como lo veían desde la órbita rusa que en ese momento se alineaban en sistema diferente y desde luego, por los demás países asiáticos. Y en un proceso lento pero sostenido, se fue creando la Unión Europea para sortear fenómenos como los analizados por Ortega y Gasset, en la búsqueda de un equilibrio de poder ante el avasallante de Estados Unidos y también como rescate de valores de la cultura occidental. Con el hundimiento de la Unión Soviética, se quedó occidente como dueño de la plaza y se afianzaron los valores que en el fondo son de una cultura cristiana, que informa tanto a Estados Unidos como Europa. Pero ahora nos encontramos ante una perspectiva diferente, porque la economía de Estados Unidos ha entrado de nuevo en crisis, repitiendo el fenómeno del 29, aunque sorteado, me imagino yo, con más éxito ahora, por la experiencia anterior. El dólar, la moneda dominante ha perdido valor y ya el euro y otras monedas atraen mayor interés como reservas en moneda. Sin embargo, esto no es lo más preocupante, bajo el punto de vista occidental, porque crisis ha habido, sustitución de potencias se han operado en multitud de oportunidades, cuando Alemania, Italia y Japón jugaron en llave para imponer un sistema diferente, por ejemplo. Al fin y al cabo tanto el capitalismo como el comunismo son fruto de la cultura occidental, igual que el fascismo y la democracia.
Así se hubiera impuesto el fascismo o el comunismo, ambos eran fruto de occidente. Ahora en cambio vemos el reto de otra cultura emergente, con valores diferentes, encarnados en China y la India, que ya no representan una cultura de origen cristiano y occidental, sino oriental. El sistema económico está siendo invadido por la fortaleza de unos mercados tan amplios como los chinos e hindúes, que producen una revolución en cuanto a abaratamiento de costos y dirigen su orientación a incorporar al mercado a los pobres, con tanto éxito, que se expande la experiencia por el resto del mundo. Ponen en aprietos a la industria de Estados Unidos, que no tiene otra salida que la de ir a buscar mano de obra barata en el exterior para poder competir. Bajo el punto de vista cultural, se ha venido hablando del paso de la modernidad, tenida como fenómeno típico occidental, con su racionalismo dominante, a la posmodernidad que implica nuevos valores y sobre todo, quiebra de los dominantes. Una vuelta al espiritualismo y a la religiosidad, que es mejor (o peor?) encarnado por la cultura oriental, que participa de una concepción más mágica que racionalista de las cosas. El racionalismo, como expresión del pensamiento occidental se quebró con el magnicidio de los judios, adelantado por un pueblo que es expresión genuina de occidente. Samuel Huntington plantea el choque de las civilizaciones, representadas por la occidental y la oriental, o bajo el punto de vista religioso, entre el islamismo y el cristianismo. Para él, la civilización occidental se ha basado en el legado clásico, el catolicismo y el protestantismo, las lenguas europeas, la separación de la autoridad espiritual y temporal, el imperio de la ley, el pluralismo, los cuerpos representantativos y el individualismo (El choque de civilizaciones, Paidos, 1997, pgs. 81,82,83 ) .
Y estos valores no son contemplados en igual forma por los países orientales y concretamente por el islamismo. Se cuestiona el origen cultural clásico, la religión ya no es la cristiana sino la islámica, la separación de los poderes espiritual y temporal no rige, porque prima el ayatolaje, el imperio de la ley tampoco y el individualismo se considera la mayor peste para la humanidad.
Así que los valores son diferentes.
En Occidente se acuñan denominaciones despectivas, como el islofascismo, para darle una connotación peligrosa, en lugar de estudiar con mayor detenimiento esa manera de concebir el mundo.
Y a todo esto se agrega, que de acuerdo con las estadísticas más actualizadas, la religión dominante ya no es la cristiana, englobando catolicismo y protestantismo, sino el islamismo.
El idioma que se considera imprescindible en el inmediato futuro es el chino o mandarin, mientras el ingles se repliega y ya el idioma francés, dominante en algunas épocas, es una lengua muerta fuera de Francia.
Así que no se trata ya de una simple crisis, sino del paso de una civilización a otra.

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