POR: RAUL PACHECO BLANCO
Juan Esteban Constaín, el joven escritor payanés, escribió
un libro sobre Álvaro Gómez y le resultó uno sobre Laureano Gómez y su
hijo. Es más, yo creo no exista mejor defensa de Laureano Gómez que la
hecha en su libro por Juan Esteban Constaín.
Para eso tuvo que tragarse muchos sapos, como la leyenda
negra contra Marco Fidel Suárez, el presidente paria, a quien Laureano vapuleó
sin misericordia y le hizo la vida imposible, por haber vendido sus sueldos,
cosa que no haría un funcionario oficial ahora, cuando dispone del tesoro nacional
para sortear toda clase de eventos de este tipo. Antes por el contrario, López
y Gómez le armaron la trinca desde el banco Mercantil, del cual era gerente López
y, violando la reserva bancaria, dispusieron a “tutiplén” de toda clase de
filtraciones para enlodarlo.
Y luego le facilitó las cosas a López para pagarle el favor de haberlo empleado, decretando dos abstenciones
que le permitieron llegar al poder y hacer
lo que quiso con el Congreso, para su reforma constitucional de 1.936. Y pasar
de agache ante la embestida de la “revolución en marcha” y todo porque con López
habían decidido que el próximo turno presidencial era para él y, solo cuando López lo traicionó y nombró Ministro de
Relaciones Exteriores a Enrique Olaya
Herrera, con vocación presidencial para el próximo periodo, vino a reaccionar
en la forma como lo hizo, decretando una guerra sin cuartel.
Lo que sí es muy positivo en el libro de Constaín, es el nuevo enfoque de la violencia, en donde señala
que ella comenzó en el año 30, en el gobierno de Olaya Herrera y, que son
igualmente responsables, tanto uno como el otro partido, cosa que los liberales
siempre se han sentido las víctimas y en ningún caso los victimarios. Ahí demuestra
una alta dosis de valor para sostener tal tesis.
Pero como decíamos al principio, la biografía en realidad de
verdad es de Laureano y tangencialmente
de Álvaro. Sólo los últimos capítulos se
los dedica íntegramente a Álvaro, dejando mucho espacio sin cubrir de ese último tramo de su vida, que terminó con su sacrificio.
Desaprovechó la oportunidad de hacer un corte de cuentas
tajante, entre uno y otro personaje, cuando debía tratar los hechos que
solamente se referían a Álvaro y dejar a un lado el protagonismo de Laureano,
que hace mucha sombra a la imagen de Álvaro Gómez, ya que disponía de material de
primera mano suministrado por doña Margarita de Gómez.
Sugiere apenas la alabanza de Álvaro, cuando ha debido terminar con ella, al lograr superar
el anacronismo de Laureano Impulsando
una reforma constitucional como la de Portugal de Oliveira Salazar, cuando ha debido
fijarse en lo que estaba sucediendo en la posguerra europea, cuando De Gasperi
y Adenauer le estaban trazando las vigas maestras del estado de bienestar, como
si hizo Álvaro al poner las bases del estado social de derecho en la
constitución del 91.
La de Oliveira, era el solo reflejo del estado corporativo ideado
por Benito Mussolini.
Tratando de sacarle
el cuerpo al fascismo, terminó consagrándolo institucionalmente, cosa
que no llegó a cuajar por el golpe de estado del 13 de junio. Y termina el
libro sin que sepamos a ciencia cierta en qué consiste el Régimen, porque si el
Régimen estuvo representado en un
momento dado en Marco Fidel Suarez, pues apaga y vámonos. El Régimen es
el poder. Además, cuando don Marco, la
que mandaba era la Iglesia.
Hoy conservadores y liberales constituimos la derecha.
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