jueves, 4 de mayo de 2017

EL MONARCA DE LAS SOMBRAS.


 
POR: RAUL PACHECO BLANCO.

 

En la novela de Javier Cercas hay que analizar dos aspectos: el político y el literario. En el político Cercas, quien pertenece a una generación de izquierda, no obstante su ascendencia franquista, se ve comprometido sobre todo ante sus compañeros de generación y novelistas, pues su siente “sucio” por haber tenido un héroe franquista en la familia.

 De ahí que para hacer actos de contrición  y expiar ese pecado de familia se dedica a buscarle la comba al palo para lograr por lo menos una explicación, que no una justificación de esos ancestros pueblerinos, que le hacen quedar mal ante ese nuevo mundo, cuando sale de Ebernando, un pueblo perdido y sin  historia, una especie de Macondo español y se va para Barcelona en donde ya queda mal ante una ciudad de otro aire más moderno, en donde el franquismo es visto como algo tocado por el demonio y sobre todo, pasado de moda

Y Cercas pertenece a una generación de escritores neo-republicanos que no perdonan el haber perdido la guerra civil y quieren ganarla de nuevo en los escritorios, y no cuando se jugó el partido.

De ahí que en ese tránsito que viven las sociedades, en la fuga masiva del campo a la ciudad, viene el cambio de ideas y el que es conservador se civiliza, según ellos, y se vuelve o liberal o socialista, para poder enfrentar ese reto nuevo que le impone la ciudad.

Así que Cercas se dedica a investigar y sobre todo, a deconstruír la historia de sus antepasados para ver si logra disminuir en algo la deshonra de haber tenido una familia franquista, que era la que dominaba en el pueblo.

Y lo logra trayendo a cuento las teorías de Darwin sobre la evolución de las especies y en este caso, del homo sapiens, para concluir en que uno no es responsable de sus genes y que en la sangre vienen  inoculadas las sustancias de las cuales se nutre el sujeto que las padece o las maneja.

Así que él no puede responder por el algoritmo de sus genes, que dan tanto para unos genes buenos, que son los de izquierda y para unos genes malos que son los de derecha. Esto en cuanto a lo político.

Porque en cuanto a lo literario Cercas se afirma en su estilo que descarta la ficción, para tener que habérselas únicamente con la realidad. De ahí  que para hacer una novela tenga que apoyarse en lo real, en lo que existió  y que el camino consiste en deconstruirlo, como decíamos atrás, contando con la colaboración tanto de los actores de la novela, que son los mismos que contribuyen  a su elaboración con los datos que suministran, como los lectores que al mismo tiempo van viendo el alumbramiento de la novela, pasando por todos los momentos de deconstrucción.

Ahí es donde está  la magia del escritor, pues esas costuras que unen el pasado con el presente son manejados con tal habilidad, que tienen su suspenso y su misterio.

 Ahí es donde Cercas se vuelve denso y crea su propia realidad. Utiliza la misma técnica de El Impostor, donde la investigación se impone sobre toda otra consideración, dejando de lado la ficción. Es una especie de postnovela.

Cercas tiene casada su pelea con la ficción, a la cual no apela ni en los momentos  más difíciles.

No hay comentarios: