sábado, 24 de marzo de 2007

El cura liberal José Pascual Afanador y la nobleza sanguileña

El cura liberal José Pascual Afanador y la nobleza sangileña.



En el siglo XIX también había curas liberales. Ese es el caso de José Pascual Afanador, quien se afilió muy pronto a los draconianos , en donde militaba el general Obando.
Los draconianos habían abierto una brecha de izquierda por donde pasaban los democráticos en su lucha contra el sector aristocratizante liberal , que representaba a las viejas familias emparentadas con las autoridades españolas, como los Mosquera y los Arboleda.
Los draconianos eran militaristas, proteccionistas, amigos de las sociedades democráticas, de la pena de muerte, del patronato, de un federalismo moderado, de un ejecutivo fuerte, es decir, todo lo contrario de los Gólgotas, quienes eran civilistas, liberecambistas, partidarios del estado laico , federalistas a morir , anti-presidencialistas. ( Llano Rodrigo, Los Draconianos, Planeta, 2005, pags 38, 39 ).
Y traducido esto a nivel personal, se encarnaban los dos sectores en las fuertes personalidades de los generales Obando y Mosquera, parientes entre sí en una línea bastante sesgada.
José Pascual Afanador se inicia luchando contra el Libertador y fue acusado precisamente de conspirar contra él, pero luego de encarcelado fue puesto en libertad al no encontrar pruebas suficientes para comprometerlo.
El que si conspiró fue otro cura liberal, Nepomuceno Azuero Plata, hermano nada menos que de Vicente Azuero, el gran amigo de Santander y mentor ideológico del hombre de las leyes. Tanto Nepomuceno como José Pascual, eran draconianos y masones.
Pero Afanador entró por la puerta grande, pues de su natal Cabrera viajó a Bogotá a estudiar en San Bartolomé y luego en el colegio Mayor del Rosario, donde se educaban los privilegiados y, se graduó como teólogo y filósofo y en l.830 se hizo sacerdote cuando fue ordenado por el arzobispo Caicedo y Florez.
Llamado por sus futuros contradictores, los de la nobleza sangileña, estuvo de rector del colegio Guanentá, para meterse de lleno en la política aprovechando los nuevos vientos de l.850, para ser elegido tanto a la Cámara como al Senado, a la cámara del Socorro y al cabildo de San Gil.
Así que fue un político actuante y militante.
Estando de cura en Pinchote casó su primera pelea con la nobleza sangileña , como él llamaba a la clase dirigente de San Gil.
Esto da pie a un debate muy interesante entre ellos, que viene a reflejar el empalme entre el liberalismo de esa clase dirigente , cuyos padres habían hecho la independencia y se creían con derecho a seguir gobernando basados en su condición de herederos de esas grandes familias y, la democracia encarnada en los sectores populares recién despertados a estas nuevas conquistas.
Los nobles sangileños miraban los cambios efectuados como los nobles y la alta burguesía inglesa luego de la revolución gloriosa del siglo XVII, es decir, la conquista del poder en manos del Parlamento en donde estaban ellos, y la subordinación del Monarca, quien entraba a deberles su corona.
En tanto que los artesanos de la Sociedad Democrática de San Gil, llamada José María Obando, propiciada por el cura Afanador, ya tenía una óptica democrática , estilo siglo XVIII , más afín con la revolución francesa.
Así que estaban en mora de aplicarles la guillotina a los nobles y el pueblo entraba en una gran asamblea y no en los cabildos cerrados en donde solamente podían entrar los privilegiados.
Estas dos visiones diferentes se estaban dando, por la penosa articulación que se estaba produciendo entre el orden liberal heredado de la Independencia y la democracia que empezaba a abrirse paso en l.850.
Esa articulación por tanto, fue traumática hasta tanto no se aceptara por un organismo social que lo rechazaba en principio.
Por eso la nobleza sangileña representada en personas como Gabriel Vargas Santos, el célebre general de la guerra de los Mil Dias, Ramón Nieto de Paz, Antonio Durán, Miguel Meléndez , Bartolomé Entralgo y Zenón Silva, para citar solo los primeros signatarios de las cartas , así lo expresaban en una de ellas: “ Nosotros no disputamos ni hemos disputado acerca de la admisión de los principios liberales, y sobre esto nos referimos más largamente en otra parte. La cuestión es si la democracia era necesaria aquí y si ella tiene por objeto verdadero aquel con que ostensiblemente la habéis presentado. Lo que nosotros os imputamos es que afectando democracia i suponiéndonos adversos a los principios que constituyen este sistema político , el mejor i más perfecto sin duda, sembráis el odio en el corazón de los democráticos contra los vecinos de este pueblo que visten casaca y calzan zapatos siendo más republicanos que vos”. ( ( Afanador José Pascual, La Democracia en San Jil, Gobernación de Santander, l.990, pag 86 ).
En otra carta van a ser más incisivos: “ El objeto de la democrática, es corromper al pueblo nuestro, tendiendo a establecer el comunismo de los bienes i la libertad o el comunismo de las mujeres... La democrática de aquí no se compone sino de una media docena de bribones degradados en la opinión , tramposos por oficio i fallidos por sus vicios, de hombre escandalosos como casados , entregados a la crápula, acribillados de deudas, i que quieren saldar cuentas y cubrir su relajación gritando democracia”( Afanador José Pascual, ibidem, pags 9l-92 ).
Así que los trataban como la hez y los acusaban de comunistas, cuando lo cierto era que el cura Afanador, quien los dirigía , tenía muy clara la diferencia entre socialismo y comunismo. Y tanto el cura como los draconianos eran anti-comunistas.
Por su parte la Sociedad Democrática había definido sus bases fundamentales en : los principios de libertad, igualdad, fraternidad, compuesta por artesanos , hacían énfais en que ningún título de nobleza hereditaria , distinción de sangre, de color o familia se debía tener en cuenta.
En este punto harán énfasis , en el sentido de que ni la riqueza ni el nacimiento daban lugar a ocupar puestos públicos.
Además, también resaltaban la libertad del pensamiento, de conciencia, de industria y que el vicio y el crimen no podían escudarse en la nobleza y la riqueza para justificarlos. ( Afanador, ibidem, pags 22 y 23 ).
En otra carta el cura Afanador puntualiza que “ la necesidad de la propia conservación impone a los hombres la obligación de sacrificar parte de su libertad, de su propiedad, i seguridad individual, para conservar el resto bajo la protección de la sociedad”. ( Pag 3l).
Para añadir luego : “ Los que defienden los privilegios de linaje, de honor, de saber, de industria, i de gobierno son enemigos de la democracia porque buscan al soberano en una jerarquía superior alpueblo , sostenida por la aristocracia o clases privilegiadas , pero los verdaderos republicanos buscan y encuentran a ese soberano acá abajo en el corazón del pueblo, i en donde el dogma de las mayorías lo arregla todo “. ( pag 62 ).
Así que en cuanto a liberalsimo, es decir, el respeto por las libertades, no había problema, el problema estaba en la participación, en el papel del Estado con relación a ellos, en la nobleza y en la riqueza, es decir, en cuanto a la democracia.
Era el enfrentamiento dedos paradigmas: el liberal y el democrático..
El liberal que pretende hacer valer los intereses sociales privados, ante un Estado especializado en el empleo administrativo del poder político para fines colectivos.
Y el republicano o democrático que concibe la política como una fuerza integradora , en donde haya un reconocimiento recíproco entre miembros iguales y libres, pero solidarios, para que junto al poder administrativo y al interés individual , aparezca la solidaridad hacia el bien común, como fuente de integración social. ( Habermas Jurguen, Facticidad y Validéz, Trotta, 200l, pag 342 ).
Esta dificultad para asimilar esa fusión de conceptos , produjo esta lucha , que se volvió de clases tratando de entender cada quien a su modo lo que estaba sucediendo a nivel institucional y de costumbres.
Los unos querían continuar con los privilegios heredados y los otros estaban en su afán de reconocimiento, como lo ha planteado Hegel.
El cura Afanador viniendo de sus privilegios de educación, para no entrar en los de su apellido y origen que se lo dejamos a los sangileños, quería alcanzar esa etapa democrática que se estaba imponiendo y que no se logró con la sola Independencia.
Y libró su lucha acompañando a los draconianos de Obando contra los Mosqueristas y los Gólgotas.
Por eso Mosquera no lo quería y lo consideraba un hombre de malas ideas y enemigo de la Santa Sede y del Papa.
Claro está que Afanador en compañía de Juan Nepomuceno Azuero y Manuel María de Alaix, como curas liberales, solicitaron la expulsión de los jesuitas al presidente José Hilario López. ( Llano Isaza, ibidem, pag ll0 ).
Además, fue constituyente para participar en la elaboración de la constitución de Santander de l.862 y al ser postulado para obispo de Boyacá, la jerarquía lo vetó.
Su familia había fundado la parroquia de Cabrera en l.808 .
Y todavía desde su tumba seguirá preguntándose: “ ¿ Qué hacían en San Gil los Silva, los Meléndez, los Otero, los Alonzos, los Peña, los Estengos, los Martínez, los Entralgos, los Nieto, los Fernández, los Uribes, los Zapatas y los Corteses, mientras los socorranos se batían contra los españoles?. ( Afanador , ibidem, pag 55 ).
Ese fue el cura de Pinchote que con sus cartas publicó el primer libro que se editó en Santander, por la imprenta Gómez Villarreal del Socorro en l.85l ).

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