POR: RAUL PACHECO BLANCO
Alguna gracia habría de tener el presidente de Francia
Francois Hollande. Después de haber llegado a la presidencia de Francia por
pura chiripa, pues el jefe promocionado y en turno para llegar al poder
era Dominique Strauss –Khan , pero éste
se enredó en líos de faldas en Estados
Unidos, en tal forma, que perdió su condición de candidato presidencial y le
sirvió en bandeja a Hollande la
presidencia, en un momento nada
despreciable para el socialismo francés ante el desgaste de los años de
gobierno de Sarkosy . El turno era para
la izquierda y concretamente para
el travieso ex jefe del Fondo Monetario internacional. La anterior esposa de Hollande, Segole Royal, candidata derrotada
a la presidencia, decía de él que era insípido y él se clasifica a su vez como
una persona común y corriente, como un presidente normal, normalito. Los comunicadores
siempre han dicho que no tiene carisma, que su punto de llegada había sido la
secretaria del socialismo, para no decir que tiene alma de secretario y que no podría llegar a su
condición de jefe. Ya en el poder, ha colmado las expectativas, pues se ha
comportado como el presidente que la crítica francesa había sospechado, ni fu
ni fa. En las encuestas sale muy mal librado y se le considera el presidente en
ejercicio peor calificado por la opinión
pública. Si sigue en el poder, es por gracia del sistema semipresidencial que el general De Gaulle dejó a los
franceses, en que el presidente no puede ser
derribado. De lo contrario, ya estaría en la calle. Pero en materia de amor no le ha ido mal. Se
hizo primero a la compañía de Segole Royal, quien le dio cuatro hijos y le
entregó la belleza de su juventud y lo ayudó a crecer políticamente, hasta donde
podía. Luego conoció a la periodista Triwiler , por cierto muy agraciada,
con el encanto otoñal teñido de la languidez de las francesas, con la cual pasó
el guayabo de la separación de la Royal
y se metió en la rea triunfal de su
llegada al poder. Ella fue testigo de ese hecho. Ahora, en medio de la monotonía de su
gobierno el periódico Closer le sale con el cuento de que tiene novia. Una
artista que tiene muchos menos años que
él, con más encantos que las anteriores y que desde luego pondría en plan de
celos y de envidias a muchos de sus
amigos, porque lo veían deprimido por la baja estima popular. Pero el hombre no
perdía el tiempo con depresiones, sino bien acompañado, blindado para hacerle
frente a los problemas de gobierno, pero con un flanco al descubierto : el de su mujer la periodistaTriwwiler.
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