POR: RAUL PACHECO BLANCO.
El código civil trae entre los modos de adquirir la
propiedad el fenómeno de la accesión, por medio de la cual el dueño de una cosa
pasa a ser dueño de lo que ella produce o de lo que se junta, o adhiere, a ella, agregamos nosotros. Y
citaba como ejemplo las playas ribereñas las cuales resultaban extendidas, por
el lento e imperceptible retiro de las aguas. Este fenómeno se ha producido de
un tiempo para acá en el conservatismo, en donde hemos visto cómo se fue
fugando el personal, como dicen en el cuartel, hacia otras toldas, al punto de
convertir al partido en un agujero negro. Primero fue la fuga hacia el uribismo
cuando el expresidente extendió su periodo hasta los ocho años completos para
consagrar su hegemonía. De ahí que las huestes fueron a parar al redil de
Uribe, en busca de ministerios, embajadas, superintendencias, etc. Y luego vino
la fuga hacia el santismo, cuando Juan Manuel Santos logró la presidencia y
luego remontara la reelección para ir completando también los ocho años, que ya
se van volviendo costumbre. Ahora se viene a consolidar la tendencia con el
ingreso del expresidente Andrés Pastrana al uribismo. Porque ahí no se produce
unión alguna o alianza entre fuerzas más o menos equilibradas, sino que un
distinguido expresidente, el solo, se pasa al uribismo. Y decimos esto, porque
ya las huestes que en algún momento llegó a comandar, estaban desde hace rato
fugadas al urisbismo y al santismo. Así que la jefatura de Pastrana se parecía
a la que ejerció en su momento Gorbachov en la Unión Soviética, al quedarse sin piso político cuando Yeltsin montado en un tanque de guerra
se subió al poder. Gorbachov se quedó colgado en un hilo histórico que se
reventó bien pronto. El expresidente Pastrana
sintió el vacío de poder y no soportó la carga de la
inestabilidad y decidió terciar por una
de las dos opciones entre los dos polos de poder. En estas condiciones, la
situación del conservatismo se vuelve más difícil, pues antes se pensaba que de
pronto hubiera unión alrededor de alguna política o de algún jefe importante;
pero ahora no, pues al pasarse el expresidente Pastrana al uribismo queda consagrada
la polarización que existe en el país, en donde santismo y uribismo se disputan
tanto el poder como la opinión pública. Y a los conservadores que aún están con
Santos, les queda muy difícil dar el salto hacia la oposición.