POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
Los altos jerarcas de la iglesia católica se encuentran reunidos en Roma, con el fin de estudiar la
situación de la iglesia ante el mundo actual, en medio de problemas muy grandes
como la deserción de fieles, la falta de nuevas vocaciones, la pedofilia, etc.
Y se ven ante un mundo diferente, pluralista en todas las materias, tanto
religiosas como políticas y culturales. Un mundo que se ha llamado posmoderno,
porque sin haber superado completamente el modelo ilustrado, sin embargo tiene
características propias. Una de esas características precisamente es la espiritualidad, que viene a
sustituir a la religiosidad que se vivió en otras épocas, como por ejemplo en el
medioevo. De ahí que pensadores cristianos
como el ruso Nicolás Berdiaeff escribiera en uno de sus libros que nos
aproximábamos a una nueva edad media, por cuanto la época de la razón había pasado.
Pero si bien es cierto que se llega a una espiritualidad que se palpa en todos
los sectores sociales, no por eso se puede decir que es el regreso a la vida
centrada en la religión, como lo hacen actualmente los países musulmanes, los cuales
viven su propia historia. La religión por el contrario se ha comercializado y
casi que industrializado, pues hoy en día no se fundan partidos nuevos, sino
nuevas iglesias: no aparecen lideres políticos nuevos, sino pastores de
iglesias de garaje, que sin atreverse a
salirse del cristianismo, sin embargo, se anuncian esos lideres como los nuevos
enviados o representantes de Jesucristo. Periodistas lambones que en otros tiempos fungían de servidores obsecuentes del
poder, ahora tienen iglesia propia y se enriquecen alrededor de esa fe que
ellos difunden. Esas señales pues, descrestan y hacen pensar en que
efectivamente hay un renacimiento de la fe, de la religiosidad, sin tener en
cuenta que es de otro signo , pues en lugar de homogenizar hacia un solo credo
, como en la Edad Media, se diluye en
sectas múltiples, como si se tratara de empresas multinacionales. Ahora en la
familia no se tienen nuevos clérigos,
sino nuevos pastores, de todos los colores y de todos los sabores. Esta época posmoderna, por tanto, debe ser
interpretada y trabajada para la religión, pero adecuándola a las verdaderas
posibilidades de la gente y no dejándose llevar por corrientes
anacrónicas que quieren buscar un modelo hacia atrás y no hacia adelante,
pero tampoco de las fuerzas contrarias que solamente tienen la dinámica de la
corriente Hay que reestudiar temas como
el aborto, la eutanasia, la familia homoparental, el divorcio, con un criterio
abierto y no apegado a dogmas , a
recetas pétreas. Otra de las
características de la época es precisamente el eclipse de la filosofía, que
antes orientaba, y como lo dice Hawkins, ese puesto lo está ocupando la ciencia.
La ciencia está abriendo caminos de tal
contundencia, que hay necesidad de adecuar teoría y posturas, ante esos nuevos descubrimientos,
que no son factores demoníacos, sino reales, de lo cual están hechas las cosas.Debe la iglesia
defenderse tanto del arrasamiento de todo, como lo quieren las
fuerzas desatadas del progreso, como del oscurantismo de gentes que no están a
la altura de los tiempos, como decía Ortega.Hay que tener en cuenta que una cosa es la coherencia de
la iglesia consigo misma a través de los tiempos y otra la percepción que tiene
la persona con relación a los cambios y su armonía con la doctrina de su
iglesia. La una es una percepción institucional y la otra una percepción
personal.Todo ese material está listo para trabajar por los jerarcas de la
iglesia, quienes tienen un gran responsabilidad para orientar a los creyentes
de ahora.
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