POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
Con Valerie se pueden cometer muchas injusticias : por
ejemplo, como es tan bonita, tan suelta
y elegante, pues se le perdona todo lo
que haga mal. Así sea recibir una plata
mal recibida de Agroingreso seguro, porque aquello de darle a quienes tienen no es tan igualitario y ético
que digamos. Pero en fin, la belleza de Valerie lo puede todo. Esa podía ser
una posición ante ella y ante el caso. Pero miremos el otro ángulo, el de su
novio, un vivo empresario que se las sabe todas en materia de negocios y que ve de pronto en
el horizonte un camino por donde echarle mano a una plata que es regalada y de
una vez piensa en su novia para que ella sirva a manera de mascarón de proa y
la embarca en la aventura, haciéndola aparecer como una mujer con tierra cuando
no la tenia. Lo importante era el negocio. Y como en el amor se pierde la
razón, aun en edades como las de Valerie que no es quinceañera, interviene una
fuerza que lo conduce todo y que desde luego no es la más racional, sino la mas
emocional. Si vamos a buscar la responsabilidad diríamos que habría que
buscarla por los lados de quien conduce el negocio, de quién es el negociante,
quien se convierte en el sujeto activo que lleva adelante los actos
preparatorios, los ejecutorios y los consumatorios. No es sino un gesto, una
mirada, para que ya la voluntad pierda
los estribos y se vaya por la pendiente que se le indica, sin mayores barreras
porque la admósfera es otra, el aire es
otro, las condiciones son otras. El yo no es que se pierda, pero si se distrae
y se aliena luego para producir un efecto que es buscado por la parte activa
del paseo. Es lo mismo que sucede en el
régimen castrense, cuando asume la responsabilidad el agente que da la orden, porque
allí lo que impera es la disciplina, el orden, la jerarquía y una orden es una
orden. El agente que recibe la orden pues, pierde su individualidad y se
sumerge en ese mundo pasivo que tiene vida y fuerza en la búsqueda de la
realización del acto o hecho ordenado. Por eso se condena al oficial que da la
orden y se absuelve al subalterno que la cumplió. Con excepciones, desde luego.
Pero el meollo es ese. Y en el caso del
amor, se rige por otros códigos que también son exigentes, que tienen su propia
dinámica y más en un medio como el colombiano donde la voluntad de la mujer se
aliena y se deja llevar por un torbellino que se va solo. Valerie por su parte, también está distraída
en su mundo de artista, aprendiéndose de memoria sus papeles, perdiéndose en
otras identidades. Y ese espacio también es propicio para que su novio le entre de frente y se aproveche para sacarle las firmas necesarias. Y ese
ambiente liviano de la farándula también es propicio para que se cuele por allí
de pronto un viento sesgado. De ahí que
Valerie debe ser absuelta por haber actuado en un estado de enajenación
sentimental, movida por el afecto a un vivo que actuaba como íncubo para mover
la frágil voluntad de una mujer enamorada.
La justicia por tanto, debe hacerle justicia a nuestras novias en el
caso de Valerie.
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