POR: RAUL PACHECO BLANCO.
La modesta ley del péndulo se ha venido imponiendo a la dialéctica
marxista y a la ley del mercado neo-liberal. Como su nombre lo indica, el poder
oscila de un lado a otro, sin interferencias conceptuales, sino al simple lomo de las realidades. Si nos
montábamos en el discurso marxista vendría necesariamente la dictadura del proletariado
y la propiedad común para todos, a la medida de sus necesidades y la desaparición
del estado. Y nada de esto ocurrió ni ha ocurrido, pues la dictadura fue de
personas y no de la comunidad toda y la propiedad no se irrigó sino que cambió
de dueño, pero igualmente concentrada. Aquí en Latinoamérica la plata que antes
estaba en manos de la familia Somoza, ahora está en manos de la familia Ortega,
lo mismo que el mando. Sino simple y llanamente recorrió el espacio correspondiente
para llevar al poder las tesis contrarias, en ese lento ir y venir del péndulo
de un lado al otro del espectro político. Como el péndulo se terció al lado de Chávez,
Kischner, Morales, Rousseff, ahora viene la destorcida y se insinúa el cambio
en Venezuela con una oposición que ya lleva un tercio de los poderes, Macri en
Argentina y en Bolivia ya el pueblo falló para no darle otra oportunidad en el poder a Morales. En Brasil está
suspendida la presidenta a la espera de un juicio político que puede llevarla
fuera del poder. Y queda pendiente Ecuador, y Nicaragua se constituye en la
excepción que confirma la regla, porque allí Ortega se las ingenió para echarse
al bolsillo al comandante Cero, que es empleado de su gobierno. Así que el
elemental paso del tiempo y el necesario desgaste en el poder, hacen posible
que surja la otra alternativa, cuando el pueblo se ha cansado por la pérdida de
sus expectativas y que el ideal de un gobierno que convenza a todos no se da,
sin que obedezca a un imperativo categórico, o que fluya por debajo de la
corteza de la tierra como si fuera un elemento biológico o vegetal. La tesis de
Spengler sobre la forma en que aparecen las culturas y las civilizaciones, en
que se desarrollan como organismos vivos
que nacen, se desarrollan y mueren, no tienen cabida en el plano político que
se mueve al vaivén de las circunstancias y muchas veces al empeño de simples
personas de carne y hueso. Y al neoliberalismo le ha ido mal, porque luego de
un parpadeo, el estado vuelve.
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