POR: RAUL
PACHECO BLANCO.
Berlusconi es el outsider por excelencia, luego del desplome
de los partidos tradicionales italianos
y, sobre todo, de la Democracia Cristiana. El entró en juego tan pronto se
produce el fracaso de esos partidos , en
donde caen figuras consagradas, como Andreotti
considerado como uno de los grandes
políticos del siglo XX. Y venía de la
empresa privada en donde llegó a
monopolizar los medios de comunicación y a convertirse en uno de los hombres más ricos de
Italia. Por lo tanto, no era un hombre de ideas y de principios, sino un
negociante. O mejor, un empresario, experto en comprar y vender . No venia ni
del periodismo, ni de las escuelas cristianas, como los democratacristianos, ni
de pequeños o grandes cargos de gobierno, ni de representación parlamentaria.
Era pues, un auténtico outsider. Creó su
propio partido y su inclusión en la política italiana se fue dando con sus más
y sus menos, llegando a fortalecerse a medida que pasaba el tiempo, contando
con la complicidad de un campo desierto
en el sector de la derecha italiana, cuando no salieron al quite figuras
nuevas, que motivaran para un
resurgimiento de la política. Vinieron
también los escándalos, tanto de orden económico como de faldas, que lo pusieron en la picota pública y le
hicieron bajar de nivel, al situarlo como un político liviano, lleno de liviandades
sexuales,. Su vida privada se colocó en
el primer plano de los periódicos y su
contacto con menores de edad, lo pusieron al borde de procesos penales. Como podemos verlo, Berlusconi ha trajinado por todos los frentes : el
poder, la riqueza y el sexo. Una
trilogía por la cual se hace matar la
gente y que generalmente no viene con todo el paquete, pues quien es rico no
tiene poder político y muchas veces se vuelve
un abstemio sexual por miedo a gastar, o generalmente el don Juan no contempla
la posibilidad del poder, en fin. Berlusconi lo ha tenido todo. El poder económico
por el lado de la empresa privada, pero también por la política, por el
gobierno. Y el poder además, es un afrodisíaco para la mujer que ve allí su
campo de acción para ir más allá del sexo y también ella disfrutar de las
mieles del poder. Por eso la mujer siempre ha estado detrás del trono. Así que Berlusconi se ha realizado en todo, menos en las virtudes negativas. Y
se ha impuesto retos pesados, como el de enfrentar adolecentes cuando ya el panal no está para dar mieles.
Reto que no pudo superar el personaje de García Márquez en la novela de la
vejez, Memorias de mis putas tristes.
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