jueves, 4 de mayo de 2017

INTRIGA EN LA TREINTA Y TRES.



POR: RAUL PACHECO BLANCO.

 

El hombre quedó intrigado cuando  se le acercó alguien con acento extranjero que luego se identificaría como acabado de llegar de Puelto Lico, con ese acento perdido entre el lenguaje gringo y puertorriqueño. Le preguntó dónde quedaban los centros comerciales porque un taxista lo había dejado en la carrera treinta y tres, luego de recogerlo en el hotel Chicamocha. Entonces le contestó que efectivamente  estaban cerca los centros comerciales de Cabecera, pero que además podía encontrar otros en Floridablanca. Fue entonces cuando sacó un fajo de dólares y se los mostró, agregando que el chofer le había cobrado veinte dólares por traerlo del Chicamocha hasta allí. ¿Le parece exagerado?. Si.¿ Usted conoce Miami? ¿Cuánto hace que no va, por qué no ha vuelto?. Y fue atropellando con preguntas así, sueltas, mientras volvía a meter en el  bolsillo del pantalón el abultado paquete de dólares. Pero el hombre se sorprendió  al ver que el puertoriqueño no avanzaba en su objetivo y se quedaba en medio camino y, de pronto, se despidió y se fue.  A los pocos meses se volvió a encontrar no con el mismo hombre, pero con el mismo cuento: el lugar, el mismo, la carrera treinta y tres. Y sí, se acababa de bajar de un  taxi que lo había traído del hotel Chicamocha hasta la carrera treinta y tres y que le había  cobrado veinte dólares. Además, le preguntó que aquí en Bucaramanga cómo hacían para diferenciar entre las carreras y las avenidas, porque en Puelto Lico las avenidas eran avenidas. Yo vengo de Orlando, ¿usted conoce?, si le contestó el hombre, y cuanto hace que no va?, cómo seis años, y ¿eso por qué no ha vuelto?, no hay plata.   Luego el puertoriqueño sacó un fajo de billetes y se los mostró al  cliente sin saber éste si iría a conocer el final del cuento, para descubrir si era tan guevón como se creía. Pero no, el puertorriqueño metió  en el fondo del bolsillo de donde los había sacado, el fajo de dólares. Y añadió: ¿le parece ajustada la tarifa que me cobró el taxista?. No. ¿Y cuánto vale una carrera como la que acabo de hacer?. Por ahí menos de dos dólares. Y se repitió la misma escena del caso anterior, el puertoriqueño se despidió y se fue, quedando el pobre hombre frustrado porque no había logrado saber el objetivo que buscaba el puertorriqueño en su recorrido desde el Chicamocha hasta la treinta y tres.

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