POR: RAÚL PACHECO BLANCO.
Hace cien años el mundo occidental estaba en la primera
guerra mundial y se preparaba para asistir a la irrupción de los dos grandes
metarrelatos: el comunismo y el fascismo. Vendría luego la segunda guerra mundial
y a continuación la guerra fría. Y mientras tanto, el auge y la caída primero
del fascismo y luego del comunismo, ya no como consecuencia de una guerra
mundial como le ocurrió al fascismo, sino por implosión del sistema.
Ahora Europa siente la amenaza de un nuevo extremismo, como lo fueron el comunismo
y el fascismo, pero en lenguaje moderno, es decir, luego de haberse conformado
la Unión Europea y estar ante el peligro del reto musulmán, o del terrorismo.
Las elecciones en
Francia tuvieron la trascendencia suficiente para sacar de allí conclusiones,
como por ejemplo: si la historia se repite con la amenaza de un nuevo fascismo
encarnado en corrientes como la de Marie Le Pen, hija del mítico dirigente francés
del Frente Nacional. O que en el siglo XX las principales soluciones políticas
y económicas vinieron de la fuerte presencia del estado, bien sea a nivel del
fascismo, con la pérdida de libertades, la nacionalización de la industria de
guerra, el parlamento corporativo ideado por Mussolini para dejar sin aire
político al Congreso, o del socialismo
con la nacionalización de las industrias,o con el comunismo y la nacionalización de todo el aparato
productivo. O del lado capitalista con las teorías keynesianas, en donde el papel
del estado también se erigía como solución, cuando Roosevelt tuvo que echar
mano de su célebre New Deal, para enfrentar la crisis del año 29, a base de
obras públicas para crear empleo.
O la socialdemocracia
europea que llevó el estado de bienestar a la mayoría de sus países, dentro de
un régimen democrático.
Como podemos verlo, todas eran soluciones nacidas desde el punto
de vista del estado para manejar la economía, cosa que subsistió hasta que
llegó el tiempo de la señora Thatcher, en donde lo importante era el individuo
y no la sociedad y menos el estado.
Todo ese recorrido lo
ha hecho el mundo occidental en estos cien años. Y parece indicar que la
libertad de mercado es la que lo orienta, donde además, la empresa privada
juega el rol más importante como lo está demostrando Francia con Macron, un
exbanquero, un economista doblado de político, o lo contrario, mientras el
socialista Melanchon es derrotado al mismo tiempo que Francois Fillon, el
conservador. Y todo parece favorecerlo para la segunda vuelta, con el apoyo de
los demás partidos, que ven en el centro una convergencia, lejos además, de la
extrema derecha de Le Pen. Los dos partidos tradicionales, resultaron en la
lona y la izquierda encarnada por Melanchon apenas si trataba de reciclar ideas
del viejo socialismo, recalentadas por Chávez y Maduro en Venezuela con su
socialismo petrolero.Y el triunfo de Trump en los Estados Unidos refuerza la
tendencia hacia el libre mercado y recorte de la acción del estado en lo
económico.
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