POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
Para pensar el siglo XX Tony Judt se metió en la piel de mucha gente :
del judío, del francés, del norteamericano, del marxista, del inglés, del
liberal de la Europa del Este, y bajo esos diferentes ángulos se le midió a desentrañar la tela de ese siglo marcado por
dos guerras mundiales.
Lo hace a base de una larga y continuada conversación con su
amigo Timothy Snyder poniendo como telón de fondo en este viaje intelectual, el pensamiento de dos grandes artífices de sendas corrientes
económicas, como lo fueron las de Friedrich Hayek y Keynes. El uno amo y señor
de los mercados y el otro el gran regulador del estado, sin llegar al
socialismo.
Pero ya Judt deja ver su origen marxista cuando se creía
como algo ineludible la revolución socialista y que impregnó a toda una
generación desde que apareció la revolución de 1.917. Todo intelectual que se
respetara por esa época, era o debía ser
marxista. En Francia se abría el abanico con Jean Paul Sartre y Albert Camus
y a su alrededor figuraban otros intelectuales
de nota como Simone de Beauvoir , que en principio se ilusionaron y luego se
fueron desilusionando de la revolución bolchevique con las medidas extremas
tomadas por el Stalin y sus métodos, tanto para hacerse al poder, como para
conservarse en él, dejando a un lado a
Trostky , otro de los artífices de la revolución, y luego persiguiéndolo, hasta
exterminarlo. Siendo desde luego las
condiciones muy favorables para el pensamiento de la izquierda, pues el gran
enemigo a derrotar debía ser el fascismo, que en los años treinta se enseñoreó
de Europa y amenazó y puso a pensar a
los intelectuales a fin de cerrarle el paso y nada mejor que la vacuna marxista
que debía ser la ideología dominante en el siglo XX y cuya inevitabilidad se la
jugaban junto con el pellejo sus propiciadores. Pero ese sarampión fascista
terminó su ciclo cuando Alemania e Italia perdieron la guerra y “ pensamiento
de vencidos, pensamiento vencido”.
Vamos ya por el año 45 y la posguerra se abre con las
perspectivas de un pensamiento que buscaba el bienestar, dentro de una
estructura de derecho, tal como lo pregonaban de un lado las socialdemocracias
y del otro el socialcristianismo, con asiento mas que todo en Alemania y en
Italia, como sede ésta del pontificado. Las
dos corrientes propiciaron lo que en definitivamente vino a llamarse el estado
social de derecho.
Los intelectuales fueron quemando las naves marxistas y se
fueron quedando con un estado interventor, de estirpe keynesiana, para darle
base a una clase media que gozara de la educación, de la salud, de la vivienda.
Los países europeos organizaron el estado de bienestar y lograron un
crecimiento que les permitió la capitalización
suficiente para financiarlo.
Pero vino la crisis y
al no haber soluciones por el lado de la izquierda, se presentan por la derecha
cuando aparece Margaret Tatcher y , según el decir de Judt produce toda una revolución de derecha, en que se minimiza el
estado, se privatizan empresas, se desmontan las nacionalizaciones que habían
hecho los partido socialdemócratas y laboristas y se abren los mercados. Para
imponerse en definitiva una economía neoliberal y de contera, el socialismo
hace implosión en la Unión Soviética y el muro de Berlín es derribado para
proclamar el nacimiento de una nueva
época.
Todo para terminar en que los viejos marxistas regresaron a
un liberalismo que se bate con la bandera de los derechos humanos, dándole
cauce a sectores como los homosexuales buscando su capacidad para consagrar el
matrimonio y la adopción de hijos, lo mismo que el derecho al aborto, a la
eutanasia, al divorcio por parte de otros sectores.
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