POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
El concurso nacional de belleza de Cartagena ha pasado por
tres etapas muy caracterizadas : la primera, la señorial, cuando las principales
familias de cada departamento llevaban a las niñas más lindas para refrescar
las chequeras, consolidar el apellido y afirmar la identidad departamental. Es
una etapa esencialmente romántica, muy adecuada para el ambiente de Cartagena
con toda su prosapia, su belleza y toda clase de atractivos turísticos. Los departamentos a su vez se preparaban con
todos los fierros, para escoger verdaderamente a la más bella y alrededor de
ella, se iban las familias y la gente
acomodada, a sacar adelante el nombre de la región y, desde luego, del apellido.
Eran las épocas de Piedad Gómez Román y de Sarita Consuegra . Pasaron los años y el concurso se consolidaba
y reunía y casi que paralizaba a todo el país en la noche de coronación. La
candidata que ganaba suscitaba una ola de regocijo que daba para varios días,
para preparar luego recibimientos, premiar a la reina.
Pero llegaron los años ochenta y noventa y los narcos se
adueñaron del concurso, es cuando se
produce esa segunda etapa narca, que prácticamente ordenaba las cosas a su modo
y manera, contando con los dólares del narcotráfico.
En eso se consumió
mucha tinta y se gastó mucha plata. Y como ha sucedido con ese flagelo,
el país tardó en darse cuenta de lo que
estaba sucediendo y si no ocurre
la muerte de Lara Bonilla, ni el
gobierno de Belisario Betancur ni el país se hubieran dado cuenta de la gran
revolución subterránea que estaba ocurriendo, aunque daba tímidas muestras con
los casos de Pablo Escobar y Carlos Ledher haciendo política y paseándose con Alberto
Santofimio, seguro presidente del país en años no fijados pero seguros. Ya con
algo de conciencia, empezó la sociedad a reaccionar, pero no solamente era
tarde, sino impotente ante el poderío de
los carteles, uno en pleno auge y el otro insinuándose, para producir a su vez el boom de la construcción y el auge
de nuevos capitales.
Pero esa época también pasó y llegó la época de la búsqueda de status, en
que las niñas no iban por pergaminos
familiares, ni por los dineros de la mafia, sino para tratar de mejorar su
situación económica, para posicionarse en el mercado laboral. Ya las niñas solo
buscaban esa nueva notoriedad para conseguir empleo, para entrar a, la televisión,
para ganar contratos de propaganda. Así como a las fuerzas armadas y al clero se
llegaba, dadas las circunstancias, con el único objeto de asegurar de por vida
un quehacer que diera para subsistir, la vocación se vaciaba de contenidos y se
articulaba en el mundo de las necesidades. Y también como en el país se
cambiaron los escenarios para hacer
política por ejemplo, al considerar que se llega mejor ahora por el lado del
gobierno o del poder judicial, que por el legislativo, como era antes, también
se consideraba que para llegar a la televisión y a los empleos mejor remunerados
era mejor quemar la etapa de reina, rodearse de canutillos y trajes de fantasía
para que todo rodara con mayor fortuna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario