POR: RAUL PACHECO BLANCO
Cuando yo me iba a poner el cinturón de seguridad el chofer
del taxi me miro con cierta compasión y me dijo: aquí no usamos eso, a mí me estorba y nunca me lo pongo. Además si me
lo pongo quien se aguanta la mamadera de gallo
de los colegas. Y cuando llegamos el semáforo que ya estaba en rojo y me
preparaba para la frenada en seco, el
taxi siguió de largo y nosotros ganamos la otra vía, como si fuera lo más
normal del mundo. Luego le pregunté la hora y me contesto: son las diez más o
menos. Pero la hora exacta, le volví a
decir. Para nosotros la hora exacta es esa. Es decir la filosofía del más o
menos. Esta es la filosofía que impera en toda la costa colombiana, bien sea
Cartagena, Barranquilla, Santa Marta o en esta ocasión la isla de San Andrés.
El nativo de San Andrés es alto y delgado, sin grasa alguna, con la misma
modulación profunda de la voz caribeña. El abandono de la isla se ve en casi
todas partes, menos en el malecón que es más moderno, lleno de almacenes y
restaurantes y en donde se ve el susto que pasó el gobierno de turno cuando
salió la sentencia de la Corte Internacional, donde se perdieron muchas millas
de aguas marinas y submarinas a favor de Nicaragua. Y esta sigue en la lucha
para lograr algún día la conquista de su territorio. Ese susto logro que el
gobierno de turno se metiera la mano al bolsillo para que la isla siguiera en
tono patriótico formando parte del territorio colombiano. De esa época quedan
las banderas de Colombia repartidas por todas partes. El recorrido por toda la
extensión de la isla va desnudando las carencias, pues no aparecen las
urbanizaciones que uno esperaría encontrar, sino casas de campo muy precarias,
a veces se ven abandonadas en medio de una naturaleza calcinada por el sol. En
el recorrido se encuentra la cueva del pirata Morgan, el hoyo soplador y pare
de contar. Se nota la falta de planeación en el trazado de sus calles, por
donde uno no alcanza a palpar su mayor problema que es el de la superpoblación,
según las estadísticas. El mar es lo mejor, con aguas que no se encuentran en
ninguna de las otras ciudades de la costa, pues en San Andrés las aguas son
cristalinas y en el mar se ven reflejados muchos colores que las hacen únicas..
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