POR: RAUL PACHECO BLANCO.
Al producirse la desaparición de los partidos ideológicos
como consecuencia del fin de la primera modernidad, la racionalista, vino a
quedar un vacío que se nota en diferentes formas, bien sea la existencia de
partidos frágiles, de corta duración y de esencia personalista, más que todo
para abastecer las exigencias del juego electoral, o partidos gremiales, en
donde caben las tendencias religiosas de la segunda modernidad. El auge de las
religiones no es una vuelta a la Edad
Media, sino una llegada a esa segunda modernidad, que es eminentemente
pluralista, pues no es el monopolio de una sola religión como ocurría en la Edad
Media con la religión católica, sino de muchas, de todo tipo y sobre todo
cristianas. Esto bajo el punto de vista occidental. Ahora, el Oriente, tiene
una cosmovisión tradicional, manifestada en las constituciones de muchos países
asiáticos, en donde se tiene una visión teocéntrica. Y que tiene mucho que ver
con el islamismo. Dado esto, bien se puede presentar el choque de
civilizaciones que desde hace años anunciaba Hungtinton. Y aquí estamos
preparando el terreno para que esto ocurra pues la injerencia de las iglesias
cristianas cada vez es más notoria en la política nacional. Ellas convocan a
marchas, tienen diversos elementos incrustados en diferentes partidos políticos,
o tienen partido político propio, se hacen elegir a los cuerpos colegiados y a las constituyentes, además de
extender su culto en todas las regiones del país, en donde construyen sedes
ostentosas que denotan el poder económico que las mueve. Es decir, el terreno
está abonado para que entren luego en confrontación con el islamismo cerrero que se mueve por
todo el mundo a través del terrorismo. Se trata pues, de una bomba de tiempo
que más adelante irá a explotar. Ya la época del cura de pueblo o barrio pasó y
ahora el pastor es el guía del rebaño, al cual se acude en busca de orientación
y se le consultan hasta los problemas del diario vivir. Se venden pasaportes
para la eternidad y desde luego, tienen una concepción fundamentalista, dueños
de la verdad. Ante material tan peligroso cabe la prudencia para evitar males
mayores. Esto para no hablar de lo que sucede casi a diario en Europa en estos
comienzos del siglo XXI en donde el terrorismo aparece aún en países tan
tranquilos como los escandinavos y en los Estados Unidos con la demolición de
las torres gemelas.
En la política no caben elementos extraños al juego
democrático.
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